Imagen vía Wikimedia
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Fue el Doctor Marcelo Morante, docente de la Universidad de La Plata — una de las más prestigiosas del país — y oriundo de General La Madrid, quien plantó la primera semilla, metafóricamente.Este especialista en tratamientos de dolores agudos, en 2014 viajó a Canadá donde trabajó con una eminencia mundial en la investigación de cannabis medicinal, el Doctor Mark Ware.Aquella experiencia profesional le cambió la vida a Morante. De regreso en la Argentina, se empecinaría en cambiársela a otros."Primero desarrollé seminarios en la Universidad para presentar los beneficios del cannabis medicinal en una estructura científica rígida en la que no había antecedentes de ningún tipo", cuenta sobre su primer desafío este médico de 43 años en diálogo con VICE News. Y agrega: "Luego entendí que el otro reto era comunicar estos hallazgos a las comunidades, que muchas veces están desinformadas".Fue así como decidió probar suerte en su pueblo de origen, donde ya había trabajado durante años como médico rural. Sin vueltas, implementó un taller comunitario al que no faltó nadie: asistieron desde el párroco hasta la policía, pasando por los maestros, los bomberos y los concejales."Cuando les conté los casos de niños en otros países con epilepsia refractaria que mejoraron sus vidas gracias al cannabis medicinal y cómo había muchas personas en Argentina sufriendo por no poder acceder a tratamientos, en seguida se ofrecieron a ayudar", recuerda Morante. Y agrega, emocionado: "La solidaridad fue inmediata; me respondieron con el corazón".
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Mientras tanto, en la ciudad de Buenos Aires, a unos 450 kilómetros de General La Madrid, un grupo de madres de niños con epilepsia aguda siguen los avances de la iniciativa solidaria del pueblo con esperanza.Tras probar sin éxito toda clase de tratamientos farmacológicos y anti epilépticos, muchos de estos pequeños pacientes encontraron algo de paz cuando experimentaron con aceite de cannabis ilegal.Uno de los casos más conmovedores es el de Katrina Varela. Desde que nació, la niña sufre de epilepsia refractaria, la variante más fuerte de esta patología. Sin embargo al cumplir los seis años su tormento se agudizó: llegó a tener 700 convulsiones por día hasta entrar en coma.Carcomida por la alta toxicidad de los remedios anticonvulsivos que recibía, su madre Soraya Chisu decidió probar con una terapia alternativa. "Desconfiaba de la marihuana pero antes que verla morir opté por contactar a unos cultivadores ilegales que nos prepararon un aceite de cannabis muy suave", narra en diálogo con VICE News.Diecinueve días después, Katrina salió de su letargo. Con un hilo de voz, Soraya recuerda el momento en que su hija despertó de la pesadilla: "Salió del coma y por primera vez en su vida pasó dos meses sin convulsiones".Así se prepara la marihuana medicinal de manera clandestina en México. Leer más aquí.
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Gracias a casos como el de Katrina, recientemente la ANMAT [Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica] decidió autorizar el ingreso de aceite de marihuana para determinados pacientes.Problemas en el paraíso de la hierba: Amsterdam sumida en una guerra de bandas criminales. Leer más aquí.
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