El precio mortal de defender a los elefantes de los cazadores furtivos
Quema de colmillos de marfil en Nairobi, el 30 de abril de 2016. Foto por Frederick Paxto/VICE.

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marfil

El precio mortal de defender a los elefantes de los cazadores furtivos

VICE investiga las ejecuciones extrajudiciales en Kenia.

Quema de colmillos de marfil en el Parque Nacional de Nairobi, el 30 de abril de 2016. Foto por Frederick Paxto/VICE

El día en que se quemó el marfil confiscado, 30 de abril de 2016, las oficinas del Servicio de Flora y Fauna Silvestres de Kenia eran un hervidero de actividad frenética entorpecida por la intensa lluvia que caía aquella mañana. El todoterreno que transportaba la alfombra roja para el presidente Uhuru Kenyatta y los dignatarios avanzaba a trompicones por el barro. La banda de música desfilaba estoicamente bajo el denso aguacero. En el recinto, un lugar habitualmente sereno, imponente, con espaciosos cuadrángulos, estatuas y jardines bien cuidados, aquel día reinaba cierto aire de caos.

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Finalmente, todo estuvo a punto para la llegada de los invitados, un grupo selecto formado por representantes de diversas oenegés, como WWF y Tusk —de la cual el Príncipe William es mecenas— y varios dignatarios, entre ellos el embajador estadounidense Bob Godec y la ex Vicesecretaria de Estado Heather Higginbottom. Todos se habían reunido allí para asistir a la quema de varias pilas enormes de colmillos de elefante.

Habíamos oído rumores de que Leonardo DiCaprio, Angelina Jolie y Brad Pitt también habían sido invitados, aunque al final solo Liz Hurley se enfrentó a la lluvia torrencial con tal de salir en una foto que nunca más se repetiría, junto a una gigantesca pira de marfil.

Cerca de 600 representantes de distintos medios de comunicación se encargaron de difundir el mensaje —los elefantes valen más que el marfil— a los cuatro vientos. El New York Times incluso declaró el 2016 el año del elefante.

Mientras prendía fuego a las piras, el presidente Uhuru Kenyatta tal vez reflexionara brevemente sobre el impacto mediático internacional de aquel acontecimiento. Un año antes, había encomiado el "valor socioeconómico" de la flora y fauna keniatas, definiéndolas como "un pilar fundamental del sector del turismo de nuestro país", que representa el 12 por ciento del PIB. El logo del Servicio de Flora y Fauna Silvestres de Kenia es una elefanta protegiendo a su cría.

No obstante, una investigación llevada a cabo por un equipo de VICE ha revelado el coste en vidas que implica la conservación de los elefantes de Kenia. Por primera vez disponemos de datos que demuestran que:

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  • El presidente del Servicio de Flora y Fauna Silvestres de Kenia (KWS, por su sigla en inglés), el Dr. Richard Leakey, admitió que en ocasiones, y de "forma insensata, inmoral y totalmente equivocada", los guardas del parque se toman la justicia por su mano. "Ha ocurrido y estoy seguro de que volverá a ocurrir", añadió.
  • Los agentes del KWS son los presuntos responsables de la muerte o desaparición de al menos cinco personas durante el periodo en que Leakey fue presidente.
  • Miembros del KWS presuntamente abrieron fuego en un poblado contra un grupo de manifestantes desarmados, como consecuencia de lo cual una persona murió y otras 14 resultaron heridas.
  • Entre los asesinados, se cree que había personas inocentes que no tenían relación alguna con la caza furtiva.
  • Hasta la fecha, al equipo de VICE no le consta que se haya condenado a ningún guarda de parque ni que el KWS haya asumido responsabilidades por lo ocurrido.

La investigación de VICE está respaldada por docenas de documentos, entre ellos declaraciones juradas, documentos judiciales, informes policiales, certificados de defunción y documentos de la Comisión del Senado.

Los guardas recibieron formación por parte de los ejércitos británico y estadounidenses y tenían autorización para disparar y matar a los cazadores furtivos.

El D. Richard Leakey ha iniciado una cruzada para erradicar el comercio ilícito de marfil, actividad que lleva a cabo de forma totalmente altruista, ya que no se ha asignado ningún sueldo como presidente de la organización. En el tiempo que lleva en el cargo, ha conseguido más que cualquiera de sus antecesores en la lucha por conservar la flora y fauna de Kenia. Ante un nuevo repunte de la caza furtiva, el presidente Uhuru Kenyatta le renovó el cargo en abril de 2015, con el fin de aprovechar "la influencia, experiencia y contactos" de Leakey para restablecer el verdadero propósito de la organización, según explicó a VICE.

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Pese a que su figura atrae a celebridades de toda índole, Leakey no es amante de la fama. En 1999 el Gobierno le anunció que le apoyaría en su lucha mientras la flora y fauna de Kenia siguieran siendo un reclamo para los turistas.

El Dr. Leakey fundó el KWS en 1989, y en un plazo de cinco años logró influir en la lucha de poder entre cazadores furtivos y guardas de parques, inclinando la balanza a favor de estos.

Durante las décadas de 1970 y 1980, la caza furtiva había diezmado alarmantemente la población de rinocerontes y elefantes en todo el continente africano, pasando estos últimos de 160.000 ejemplares en la década de 1960 a menos de 20.000 a finales de la década de 1980.

La situación cambió con la fundación del KWS y la implementación de una nueva política según la cual los guardas, que recibieron formación por parte de los ejércitos británico y estadounidenses, tenían autorización para disparar y matar a los cazadores furtivos que pusieran un pie en cualquiera de los parques nacionales de Kenia.

Hoy día, el trabajo de guarda de parque sigue siendo una tarea peligrosa que se cobra la vida de una media de dos o tres personas cada año (según datos extraídos de los informes anuales).

A veces el KWS extiende su actuación fuera de los recintos de los parques, en los poblados y carreteras colindantes, donde aseguran que se esconden los cazadores furtivos. Allí los guardias no tienen potestad para matar, pero los aldeanos creen que son responsables de decenas de extraños secuestros y desapariciones, y añaden que muchas de las víctimas son inocentes.

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Richard Leakey KWS

El Dr. Richard Leakey en su despacho del Turkana Basin Institute, en Nairobi, Kenia. Foto por Frederick Paxton / VICE

Cuando el equipo de VICE le preguntó por las desapariciones, el Dr. Leakey no trató de eludir la pregunta. "Lo cierto es", dijo, "que hay hombres armados, frustrados por el inmovilismo del sistema judicial, que a veces, de forma insensata, inmoral y totalmente equivocada, se toman la justicia por su mano. Eso nunca debería ocurrir. Pero ha ocurrido y estoy seguro de que volverá a ocurrir. Sin embargo, queremos asegurarnos de que, a medida que avanzamos, suceda con menos frecuencia".

El Dr. Leakey hizo esas declaraciones después de que le hubiéramos mostrado los resultados de nuestra investigación. La conversación se deterioró rápidamente cuando le preguntamos si no le parecía una hipocresía organizar un acontecimiento para glorificar el trabajo del KWS a sabiendas de las muertes que se habían producido en su nombre.

"Esa es la típica pregunta sensacionalista", repuso. "Y me sorprende que la hagáis cuando sabéis perfectamente que la quema del marfil no fue en absoluto un ejercicio de relaciones públicas, sino que se hizo para llamar la atención sobre la terrible situación de los elefantes.

"Si lo que sugieres es que no deberíamos haber intentado detener el tráfico ilícito de marfil, con el que se producen muchas muertes y violaciones, simplemente por un incidente ocurrido antes de mi mandato, estás mezclando el tocino con la velocidad. Es más, me estás haciendo perder el tiempo con ese tipo de preguntas".

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MUERTE DURANTE UNA PROTESTA

El 18 de mayo de 2015, las gentes de la depauperada aldea de granjeros de Kinna celebraron una protesta. Esta pequeña comunidad se encuentra al noreste de Nairobi y linda con el Parque Nacional de Meru. Los manifestantes portaban pancartas con el mensaje "KWS: No más derramamiento de sangre de keniatas inocentes" y "Guardas del KWS: No más asesinatos sin juicio. Va contra los derechos humanos". La protesta culminaba un periodo de varios meses de tensiones entre el KWS y Kinna y se saldó con 14 personas heridas y un hombre muerto.

Según una declaración jurada firmada por una de las víctimas, un avión del KWS sobrevoló el lugar de la protesta y, poco después, dos coches de la organización acudieron al lugar y sus ocupantes abrieron fuego sin aviso previo.

"Ni siquiera dieron una advertencia", afirmó Abdullahi Wako, otro testigo de lo ocurrido. "Echamos a correr y siguieron disparando".

Cuando empezó el tiroteo, el joven Mohamed Abduba Duba, de 18 años, se encontraba en el lugar con su rebaño. Su padre nos explicó que también mataron a tres de los animales. El certificado de defunción de Mohamed señala que el joven sufrió "una parada cardiopulmonar provocada por un disparo que provocó graves lesiones en el hígado".

Los guardas del KWS relacionan la aldea con los cazadores furtivos. El jefe adjunto de guardas del Parque Nacional de Meru, David Kones, dijo: "No es todo el mundo, sino unos cuantos individuos, los que pueden considerarse responsables. No estamos diciendo en absoluto que todas las comunidades sean culpables. En el caso del terrorismo, por ejemplo, no es que todos los somalíes sean malos o que todos los islámicos sean malos. Son unos pocos elementos a los que tenemos que pedir responsabilidades. No puedes culpabilizar a toda una comunidad".

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Sin embargo, la versión de una petición de la Comisión de Seguridad del Senado, firmada por cientos de miembros de la comunidad, es muy distinta a la que explica Kones. Las relaciones entre el KWS y Kinna están tan deterioradas que ningún representante de la organización es bienvenido a la aldea, situada al borde del Parque Nacional de Maru. Muchos de los aldeanos nos contaron que el KWS ha iniciado una campaña de intimidación y torturas en la zona, y creen que los guardas son responsables de las ejecuciones extrajudiciales y la "desaparición" de varios residentes.

El 9 de mayo de 2015, los guardas del KWS presuntamente secuestraron a tres hombres en una carretera fuera del recinto del parque, según el relato de varios aldeanos.

La protesta se organizó con motivo de una de esas "desapariciones". El 9 de mayo de 2015, los guardas del KWS presuntamente secuestraron a tres hombres en una carretera fuera del recinto del parque, según el relato de varios aldeanos. Poco tiempo antes, uno de los hombres, Kalicha Halake Dima, ganadero de profesión, había logrado una victoria judicial en su defensa contra las acusaciones de caza furtiva vertidas sobre él por el KWS. Otro de los desaparecidos tenía 79 años.

Ante la falta de respuestas sobre el paradero de los tres hombres, cerca de cien residentes de Kinna y las aldeas cercanas se reunieron frente a la valla que delimita el territorio del Parque Nacional de Meru en señal de protesta.

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Preguntamos a la organización del KWS sobre el asunto. Pese a que respondieron a nuestros emails asegurando que emitirían un comunicado oficial, este nunca llegó a materializarse.

Adan Ali Wako, miembro de la Asamblea del Condado de Kinna y una de las autoridades más veteranas de la zona, también presenció el tiroteo.

"Hemos presentado numerosas quejas en calidad de líderes", explicó, "pero hasta ahora no se nos ha ofrecido ningún tipo de ayuda, y los autores del asesinato siguen manteniendo sus puestos de trabajo".

Johnson Wachira y guardas del KWS

El oficial de mando Johnson Wachira durante una patrulla de vigilancia de rinocerontes en el Parque Nacional de Meru, acompañado de otros guardas del KWS. No existen indicios que sugieran que las personas de la fotografía estén implicadas en las acusaciones presentadas en este artículo o en el documental. Foto por Frederick Paxton / VICE

Desde VICE, formulamos a los miembros del KWS varias preguntas concretas sobre el incidente sin obtener respuesta alguna. El 25 de junio de 2015, el portavoz de KWS, Paul Gathitu, declaró en un documental para la cadena de televisión Kenya Citizen TV que la organización declinaba toda responsabilidad de las desapariciones de Kinna y los disparos a manifestantes desarmados. "Hicimos disparos al aire para intentar salir de allí. Alguien de la comunidad disparó, pero no sabemos quién. La responsabilidad no es en absoluto del KWS. De hecho, habría que reconocer la capacidad de contención que tuvieron los guardas que se vieron envueltos en esa situación".

Un informe policial obtenido por VICE parece contradecir las declaraciones del portavoz de KWS. Según el formulario post mortem de dicho informe señala que "los guardas abrieron fuego" y mataron a Mohamed Abduba Duba.

Asimismo, las declaraciones de un testigo independiente miembro de la policía también contradicen las alegaciones del KWS. Según este agente, cerca de los límites del parque se hallaron entre 50 y 70 cartuchos y marcas que sugieren que los guardas pudieron haber usado una ametralladora montada.

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El agente, que por miedo a represalias prefiere mantenerse en el anonimato, añadió que no hallaron indicios de que los manifestantes hubieran disparado armas de fuego contra los guardas.

Mulki Abdi Gonjobe Kenia KWS

Mulki Abdi Gonjobe, esposa de Mohamed Sheikh Abdullahi, y su hijo en Isiolo, Kenia. Foto por Frederick Paxton / VICE

LA CAJA DE PANDORA

Gitobu Imanyara, uno de los abogados de derechos humanos más importantes de Kenia, no desconoce las consecuencias de plantar cara a las autoridades: su detención en 1991 fue calificada por el Departamento de Estado de EE. UU. como "otro caso de denegación de la libertad de expresión en Kenia" y resultó en la reducción de ayudas al país.

Desde su oficina, Imanyara nos habló del estancamiento de un caso reciente que tenía entre manos contra el KWS. El 23 de junio de 2015, uno de los organizadores de la protesta de Kinna, Mohamed Sheikh Abdullahi, fue obligado a salir de su vehículo en presencia de su hermano Adan y su esposa, Mulki. Mohamed no ha vuelto a ser visto desde entonces.

Las razones del secuestro de Mohamed todavía no están claras. Sin embargo, durante nuestras investigaciones, descubrimos que, además de participar en las protestas de Meru, Mohamed había ofrecido protección a un tío suyo al que el KWS había acusado de participación en actividades de caza furtiva.

Imanyara consideró que había posibilidades de que se impartiera justicia. Aseguró que inicialmente la policía cooperó de forma extraoficial con la familia, ofreciendo datos de la ubicación del teléfono móvil de Mohamed que vinculaban al KWS con su desaparición.

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Las pruebas eran "incontestables. Incluso disponían del nombre del guarda del KWS", afirmó Imanyara.

El abogado demandó al KWS, a raíz de lo cual el tribunal requirió a la operadora Safaricom que presentara registros de llamadas para demostrar la implicación del KWS en el secuestro de Mohamed.

Sin embargo, según los documentos judiciales, Safaricom alegó que no le era posible facilitar los datos de la ubicación del teléfono en el periodo en que se hicieron las llamadas "debido a un fallo en el sistema de datos de la empresa".

Imanyara aseguró que el Estado estaba implicado en la eliminación de una información que podría haber puesto en evidencia a altos cargos del Gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que la puesta a disposición de los datos de ubicación habría sentado precedente para otros casos de desapariciones.

"El Gobierno está impidiendo conscientemente que se faciliten unos datos que justificarían la detención de altos cargos implicados en asesinatos", señaló Imanyara. "No quieren dar a conocer esa información porque sería como abrir la caja de Pandora".

KWS

Un guarda vigila un cargamentoi de piezas de marfil confiscadas en el Parque Nacional de Nairobi días antes de su incineración. Foto por Frederick Paxton / VICE

"LAS EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES SON DEMASIADO FRECUENTES"

El tema de las ejecuciones extrajudiciales es un tema con el que el Dr. Leakey no se siente cómodo hablando, como ya ha demostrado anteriormente. En 2014, antes de que Leakey iniciara su andadura al mando de la organización, un informe de Associated Press citaba unas palabras del director en las que admitía que "de vez en cuando" los guardas del KWS ejecutaban a personas de forma no oficial.

"Lamentablemente, las ejecuciones extrajudiciales son demasiado frecuentes en Kenia", declaró.

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A principios de este año, y según informa Associated Press, Leakey también había asegurado que en la organización se habían infiltrado personas muy poderosas que se estaban enriqueciendo con el negocio de la caza furtiva con total impunidad.

Durante nuestro encuentro con el Dr. Leakey, hablamos sobre los incidentes de mayo y junio de 2015. Leakey dijo haber "oído esas historias" de violaciones de derechos humanos y aseguró que ya se "habían tomado medidas contra los responsables de esos actos en el KWS". [El KWS en ningún momento confirmó estas declaraciones]. "En cuanto me enteré, insistí en que el director tomara cartas en el asunto".

El director de entonces, William Kiprono, no le facilitó "un informe satisfactorio en el sentido de que no se daba conclusión al problema", explicó. Leakey reconoció que hubo personas que actuaron de forma inapropiada, pero que al margen de eso, no sabía nada más.

"Lo que ocurrió en mayo no se gestionó de la forma adecuada", añadió.

Según el Dr. Leakey, como presidente del consejo no tenía capacidad para garantizar que las investigaciones se llevaran a cabo con el debido rigor. "La función ejecutiva recae exclusivamente en el director general, su equipo y el ministerio", repuso. "Los presidentes del consejo no tienen responsabilidad en este tipo de incidentes".

Leakey añadió que él únicamente podía garantizar que se mejorara la formación del personal y de la vigilancia, y "en actuar con toda dureza ante incidentes de este tipo para dejar claro que ese comportamiento es totalmente inaceptable".

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Lo que el Dr. Leakey obvió es que sí tiene autoridad para cesar y sustituir a su director general. Kitili Mbathi tomó el relevo de la dirección en febrero de 2016, nueve meses después de las protestas.

"No creo que en el KWS reine en absoluto la cultura de la impunidad. ¿Que haya podido ser así en el pasado? Tal vez". — Dr. Richard Leakey, presidente del KWS

Le preguntamos si el director general y su equipo consideraban prioritario investigar esas alegaciones.

"Pues creo que es una de muchas prioridades, amigo mío", fue su respuesta.

Fue aproximadamente en ese momento cuando le preguntamos si la quema del marfil ante los medios no le parecía una hipocresía. Leakey nos acusó de sensacionalistas. "En el comercio ilegal de marfil", añadió, "muere gente y se producen violaciones", e insistió nuevamente en que los hechos ocurrieron antes de que él asumiera la presidencia.

Preguntamos al Dr. Leakey si consideraba que en el Servicio Nacional de Flora y Fauna de Kenia reinaba la cultura de la impunidad.

"¿Ahora? No. No creo que reine en absoluto la cultura de la impunidad. ¿Que haya podido ser así en el pasado? Tal vez".

"¿Qué ha cambiado, entonces?".

"He vuelto como presidente y tengo un nuevo director general".
"Quien usted mismo reconoce que no está priorizando el asunto de las investigaciones…"

"Tus preguntas son impertinentes", espetó mientras se arrancaba el micrófono. "La conversación se acaba aquí".

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Pese a nuestros intentos de retomar la entrevista, el Dr. Leakey ordenó a sus hombres que nos acompañaran afuera.

"Largo de aquí o mandaré que os arresten", amenazó.

Para entonces ya estábamos rodeados por varios hombres y nos había quedado claro que la entrevista se había acabado de verdad. Aunque aún había tiempo para una pregunta más.

"¿La conservación de los animales tiene un precio en vidas humanas?".

El Dr. Leakey me miró desde detrás de su escritorio.

"Por supuesto que sí, imbécil".

Uhuru Kenyatta

El presidente Uhuru Kenyatta se dirige a los medios durante la quema de marfil el 30 de abril de 2016, en el Parque Nacional de Nairobi, Kenia. Foto por Frederick Paxton / VICE

En la entrada de las oficinas del KWS en Nairobi hay una placa de bronce que contiene una lista de más de 60 nombres de guardas que perdieron la vida en acto de servicio, protegiendo la fauna de los parques. Por supuesto que la conservación de los animales tiene un precio en vidas humanas: la de los guardas y cazadores furtivos que mueren cada año. Pero existen pruebas concluyentes de otro precio aún más caro: las ejecuciones extrajudiciales y —en casos aislados— el asesinato de inocentes.

Nuestras investigaciones han revelado que existen más de 40 casos no resueltos de presuntas desapariciones y muertes durante los últimos cuatro años, todos ellos recogidos en informes del Observatorio de Derechos Humanos, la Independent Medico Legal Unit (IMLU), el grupo Muslims for Human Rights (MUHURI) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR), de carácter casi gubernamental.

Tras la entrevista con el Dr. Leakey, expusimos a la organización varias preguntas muy concretas sobre los tiroteos durante la protesta, la desaparición de Mohamed Abdullahi y, en general, todos los asesinatos y las desapariciones que se han producido.

El director del KWS, Kitili Mbathi, nos aseguró en numerosas ocasiones que tendríamos las respuestas que buscamos. Sin embargo, a día de hoy seguimos sin tenerlas.

@benbryant

Traducción por Mario Abad.