Hablamos con la periodista Marina Walker sobre los Panama Papers

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Festival Gabriel García Marquez de Periodismo

Hablamos con la periodista Marina Walker sobre los Panama Papers

En el marco del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo, la periodista argentina conversa acerca de la filtración de documentos sobre paraísos fiscales más grande de la historia.

Ilustración por Julio Derbez.

El 3 de abril de este año, cuando vi que los encabezados de los grandes medios del mundo publicaban al mismo tiempo la investigación de los Panama Papers me emocioné. Me emocionó porque ese día el periodismo de investigación y colaboración llegó a otro nivel. Investigaciones que cambian nuestra historia reciente, que tumban presidentes y abren expedientes. Investigaciones globales, con diferentes voces, nacionalidades y perspectivas que, por su magnitud, permiten blindar la información, permiten que no haya censuras ni sesgos. Si hacer periodismo es contar historias que alguien no quiere que se sepan, quizá esta es una de las más grandes.

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Lo primero que me pregunté cuando entendí la magnitud de este proyecto es, quién coordinó a este monstruo y cómo lo hicieron. Una de esas personas es Marina Walker. Marina es vicedirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación —ICIJ— y, además de los Panama Papers, ha estado al frente de varias de las investigaciones colaborativas y transnacionales más importantes de nuestros tiempos sobre degradación ambiental, contrabando de cigarrillos, delincuencia juvenil y pesca ilegal.

Platiqué con ella en el marco del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo.

La información de los Panama Papers vino del periódico alemán Süddeutsche Zeitung, ellos fueron quienes contactaron al ICIJ cuando se dieron cuanta de la magnitud de la información que habían recibido. Así empezó todo.

Laura Woldenberg: ¿Qué pasó por tu cabeza cuando te enteraste que tenían esta información a su disposición? ¿Cómo se dio la conversación entre el periódico y ustedes?
Marina Walker: Nosotros veníamos saliendo de la investigación anterior que se llamó Swiss Leaks, que se trató de las cuentas del banco HSBC y hasta ese momento había sido la colaboración más grande que habíamos hecho. Con mi jefe me acuerdo que dijimos que estábamos agotados y queríamos hacer algo más pequeño porque ya era demasiado trabajo. Justo en esos días nos llegó la noticia del periodista alemán que habían recibido una gran cantidad de información que era 60 veces más grande que cualquier otra cosa que habíamos hecho antes. Me acuerdo que mi jefe llegó a mi oficina y me dijo "bueno a lo mejor una vez más lo vamos a hacer". Así empezamos.

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Siempre que alguien —como los whistleblowers— llega con información lo tomamos con entusiasmo y mucha responsabilidad porque es alguien que se está jugando su vida por compartir información que cree que es de interés público, que cree que refleja una gran injusticia en el mundo. En ese momento empezamos a poner en funcionamiento una maquinaria, primero para determinar que sea una investigación con información auténtica, de interés público y entonces empezamos a pensar cuán grande y expansiva tiene que ser nuestra colaboración. Ese es nuestro modelo, no hacer la historia nosotros solos sino compartirla con periodistas locales.

¿Qué buscas con este tipo de proyectos globales?
El mayor impacto posible en la mayor cantidad de lugares posibles. Además buscamos el conocimiento de la mirada local de los periodistas. No podemos asumir, desconocemos la realidad de la mayoría de los países del mundo. No podemos decidir qué es una historia en Grecia, Sri Lanka o en México, entonces se trata de volver a creer en el periodismo de investigación pero con una mirada y conocimiento extremadamente local y de esa manera construir una historia global.

Además buscamos trabajar a través de las fronteras porque nos parece que es la única manera de atacar los grandes problemas que asechan a la sociedad de hoy. Desde la degradación ambiental hasta los flujos ilícitos de dinero, la corrupción. Si los miramos desde lo nacional pues siempre nos vamos a quedar cortos y nunca vamos a llegar al fondo de la cuestión. El objetivo es aprovechar la tecnología, la forma en la que nos movemos los periodistas, para hacer un mejor periodismo de mayor calidad y profundidad.

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Estamos pasando de una época de tener las primicias y la exclusividad a una de trabajar en conjunto y hacer periodismo global. ¿Cuáles fueron las reacciones y consecuencias que más te sorprendieron al lanzar esta investigación?
Lo que más me sorprendió, y siempre lo digo, fue la reacción de la gente común porque lo que pasa en estas investigaciones, sobre todo de temas financieros y paraísos fiscales que son temas offshore, es que muchas veces los periodistas no hemos sabido contárselas a la gente de una manera que realmente las entienda y las pueda relacionar con su vida. Que el estudiante universitario o el comerciante pequeño pueda realmente saber en qué le afecta. Les mostramos casos tan concretos que ellos pudieron hacer la conexión y el clic.

Vimos que las plazas empezaron a llenarse en lugares como Reikiavik —capital de Islandia—, Londres y Malta, donde la gente salió a la calle y tomó el espacio público y virtual a través de redes sociales como Twitter, donde Panama Papers fue tendencia por varios días. Ahí fue cuando dijimos que realmente habíamos tenido impacto. Más allá de las renuncias y las declaraciones, fue el clic de la gente que dijo "basta, esto es injusto, esto sí me afecta porque yo sí estoy pagando impuestos, me esfuerzo por lidiar con la burocracia de mi país y los poderosos y los políticos toman atajos en estos paraísos fiscales".

Fue una mezcla perfecta entre el periodismo de datos y las historias lo que logró conectar con la gente. Fue un gran caso de éxito.
Sí, es algo en lo que creo que logramos avanzar. Quizás porque conocemos bien el tema, aprendimos de errores pasados y pudimos trabajar en él, tuvimos casi un año para decidir cómo íbamos a contar esta historia porque si la contábamos como lo habíamos estado haciendo siempre, pues no iba a hacer mella.

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De todos los casos que sacaron ¿hay alguno que te haya sorprendido o decepcionado, sobre alguna persona que tenías en estima?
Uno siempre se sorprende, en mi caso fue con Pedro Almodóvar y Mario Vargas Llosa porque no me los imaginaba en el mundo offshore, ellos tenían sus explicaciones y qué sé yo. Esto te muestra que ese mundo es completamente transversal, abarca todas las profesiones y casi todas las clases sociales.

Me sorprendió gratamente la riqueza de la información y la contundencia que tuvo en Rusia porque es un país donde la información no circula libremente, ya que hay una corrupción estructural enorme. El hecho de poder —con documentos y con ejemplos concretos— mostrar las transacciones y cómo la plata salía de las empresas públicas y daba la vuelta al mundo en forma de préstamos falsos y terminaba en los bolsillos de los asociados del presidente, realmente me dio mucha satisfacción. También cómo trabajaron colaborativamente los periodistas rusos con otros periodistas del mundo para analizar esa información que era muy difícil y complicada. Más allá de que en Rusia es muy difícil tener un verdadero impacto porque es una sociedad autoritaria, pero el hecho de haber podido hacer esa investigación y que el mismo Putin haya dicho que era correcta, que los hallazgos eran precisos, me parece significativo.

¿Cómo fue coordinar a más de 300 periodistas, en más de 70 países, con los 11 millones de documentos que recibieron y cuáles fueron las reglas de trabajo que se establecieron?
Hemos aprendido muchas lecciones desde que empezamos a hacer estas grandes colaboraciones hace unos cuatro o cinco años. Al principio no elegíamos bien a los socios o no nos dábamos cuenta de la importancia de darle a la gente plataformas de comunicación, que no puedes colaborar sólo en email o Skype, que debíamos tener una multiplicidad de plataformas, e incluso tener reuniones cara a cara para poder hacer una colaboración a fondo. Al mismo tiempo, tratamos de balancear la necesidad de una comunicación muy fluida con la necesidad de tener seguridad, para que esto no se fuera a filtrar o que hubiera vulnerabilidades.

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Siempre son decisiones difíciles: si vas a hacer algo tan blindado y tan seguro que no permita que nadie se comunique, o que no permita que los periodistas que son menos tecnológicos puedan comunicarse con sus pares, tampoco te sirve. Tienes que tomar algunos riesgos y balancear esas dos cosas.

También nos sirvió mucho —además de la tecnología— tener coordinadores dentro de nuestro propio equipo. Teníamos por regiones, por ejemplo una de Latinoamérica que habla español y que podía entrenar a los colegas y responder preguntas. Un coordinador en África que viajó allá y estuvo sentado con los periodistas de ahí por tres días, les instaló los sistemas de seguridad en las computadoras y les adaptó esta metodología a su realidad y sus posibilidades.

A veces es difícil, cuando uno publica, transmitir todo el trabajo que existió detrás de esa publicación, todo el trabajo de ese año que no fue solamente analizar documentos y encontrar secretos sino llevar adelante a un grupo humano de periodistas, tratar que fuera lo más igualitario posible, que todos tuvieran la misma información, los mismos accesos, que se ayudaran entre ellos, que no hubiera conflictos y puedo decir que no los hubo.

Lograron juntar a medios rivales y que se compartiera la información
Yo creo que se ha estado formando una comunidad de intereses, de afecto entre los periodistas, porque ya se han conocido de otras investigaciones y se han dado cuenta del valor de los colegas. Incluso algunos al principio dudaron de entrar a la colaboración; siempre los hay, que son más espectadores que colaboradores. Creo que poco a poco se dan cuenta que esto es un ida y vuelta, y que no puedes sólo mirar y no compartir. En una colaboración periodística tienes que compartir.

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También se dan cuenta que convivir con periodistas de otros países les brinda un valor agregado, les consigue información y ayuda a sus historias, les da crédito. Es una ecuación que sirve a todos y los ayuda a salir de la realidad que nos ahoga muchas veces en nuestros medios locales, de las tensiones que todos vivimos en nuestros medios, las dificultades económicas, la posible censura que podemos tener en nuestros medios o nuestros países. Incluso los riesgos reales físicos. Estas colaboraciones los llevan a otro nivel y los ayudan a olvidarse por un ratito de esa realidad, y a saber que no están solos, que no es sólo lo local, y que están conectados con otras personas. Más allá de lo que te pase —que te censuren o lo que sea— no estás solo, hay un equipo virtual que te apoya, te ayuda y todos estamos en esto juntos. Eso es una cosa que a todos les ha gustado.

Se metieron con los grupos de poder más altos que hay en el mundo. ¿Alguna vez sintieron un riesgo?
Las cosas pueden pasar en cualquier lado, a veces pasan en las grandes capitales. Yo creo que los más vulnerables eran los periodistas de China, de Rusia o de otros países. Nosotros en Washington tuvimos seguridad los primeros días después de la publicación porque nos parecía una locura no tener nada, pero más allá de eso nunca sentimos inseguridad física. Lo que sí se siente siempre, y es grave, es la inseguridad jurídica de sentir que cuando uno se mete con estos grandes grupos de poder ellos pueden iniciar juicios que saben que van a perder pero lo hacen por diversión, es decir, juicios frívolos que te pueden llevar a la bancarrota o sacar del juego, e incluso pueden ser una gran distracción para no buscar nuevas historias. Lo bueno es que realmente no nos ha pasado, no tenemos hasta ahora juicios de Panama Papers, hemos tenido muchas cartas de avisos legales que nos mandan, pero ninguna se ha materializado en un juicio y creo que eso también habla de la calidad del periodismo que se hizo, de que tratamos de ser justos, de que no sorprendimos a la gente, a nadie se le llamó la noche anterior para avisarle que todas sus cosas se iban a publicar, se les mandaron cartas con todos los detalles de lo que se iba a publicar para que la gente pudieran responder a las críticas y los hallazgos. Al final del día esa metodología nos ha servido mucho.

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Con los Panama Papers y todo el periodismo de filtración que se ha dado en diferentes casos, ¿qué reglas se deben acatar en el periodismo de filtración y de investigación? Como en el caso de Julian Assange o Edward Snowden, ¿es correcto publicar de forma cruda y sin censura?
Nosotros en eso no coincidimos con WikiLeaks, eso nos diferencia. Nosotros tenemos respeto hacia las diferentes organizaciones y sus diferentes visiones pero en nuestro caso somos una organización periodística. Somos un medio de comunicación. Creemos que los denunciantes que vienen al ICIJ lo hacen porque valoran esa mirada periodística y porque valoran que no es un grupo chiquito que pueda tener sesgos. Saben que vamos a poner esa información a disposición de un grupo tan variado de medios, de países y de realidades que no se va a poder censurar, sesgar, ni cortar.

No vamos a renunciar a esa misión periodística que es lo que nos identifica, que es el valor agregado, por poner 11 millones de documentos en internet, además de que sería imposible. ¿Cuál sería la ganancia? Lo que sí tratamos es de publicar la mayor cantidad de información que se pueda publicar legalmente porque también debemos de tener cuidado en lo que publicamos, que sea de interés público y sea serio. Las leyes en Estados Unidos te protegen mucho en lo que puedes publicar pero no lo hacen si somos irresponsables.

Para poder seguir haciendo este trabajo tenemos que trabajar en la forma que lo hemos estado haciendo: con mucha responsabilidad, con mirada y filtro periodístico, tratando de publicar como lo hemos hecho en la Offshore Leaks Database, una de las bases de datos offshore más grandes que existen con más de 300 mil empresas y nombres de personas. Ese es nuestro servicio público, esta información básica pero importante que podemos publicar.

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Tuvieron un filtro periodístico antes de publicar la información y establecieron un código de ética para este trabajo. ¿Cuál fue el norte para poder determinar que sí iba y que no?
El norte fue centrarnos en temas y personalidades de interés público, y podríamos definirlo como personas que ejercen una función pública o que ejercen una función en la sociedad la cual la influye enormemente. Por ejemplo un político, por eso hicimos la mayor parte del trabajo centrado en los funcionarios públicos y en los políticos porque son de interés público, así como en los empresarios porque influyen en elecciones, en leyes y en nuestra sociedad en general. En las celebridades también por el papel público que tienen.

Nuestro fin fue establecer el interés público y luego trabajar con una verdadera metodología de investigación. Nosotros lo que les decimos a los periodistas es que esto no es una investigación para publicar nombres, no es una cacería de brujas, no los invitamos a colaborar para eso. La razón por la cual nos tomamos un año entero es porque eso es lo que se requiere para mirar la información, encontrar los nombres y además hacer el reporteo tradicional. Los periodistas piensan que el periodismo de datos es quedarse detrás de sus escritorios navegando bases de datos y publicando historias que son sumamente pobres en profundidad. Lo que nosotros les decimos es que pasen todo el tiempo que necesiten en la base de datos pero luego tienen que salir de ella, a la calle, viajar, platicar con la gente porque es lo único que les va a dar un diferenciador y la verdadera profundidad a sus historias. Esas son nuestras reglas.

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Otra cosa es que nosotros hacemos estas sugerencias y nuestro método de trabajo se va armando poco a poco por presión del grupo. Sin embargo, el ICIJ trata de no meterse, no tenemos injerencia editorial en los periódicos o medios. Yo no puedo ir a Aristegui Noticias y decirles "miren ustedes, no se olviden de los empresarios también y tienen que hacer esta historia". Lo que puedo hacer es aconsejarlos, contarles lo que otros periodistas están haciendo en otros lados, pero al final del día la responsabilidad y el control editorial permanece con los medios de comunicación.

Entonces, ustedes abren la base de datos, le entregan la información a los medios que seleccionaron —que creen que pueden hacer un buen trabajo— y ellos son responsables del fact check y el resto.
Durante todo ese año se compartió y se trabajó en conjunto. Por ejemplo, si los colegas mexicanos encuentran cinco políticos regionales de gran peso tienen la obligación de inmediatamente compartirlo en las plataformas de comunicación seguras y dar el contexto, el motivo de la importancia de esa persona, y difundir los antecedentes, lo que han publicado de ellos y demás información. Así se empieza a construir todo. Les pedimos que nos den las conexiones que tienen con otros países, etc. Los periodistas de los otros países saltan y añaden más datos a la información que ya se tenía, y así se empieza a armar esa colaboración.

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El requerimiento es no sentarse en esa información, sino compartirla, y muchas veces encuentran información en otros países y la comparten en las plataformas.

No es que les demos acceso a la plataforma y ahí los dejamos solos. Les damos acceso, se trabaja y se coordina. A la hora de decidir, los medios empiezan a definir qué historias van a sacar en cada país, ahí es cuando no tenemos injerencia. Sí les podemos sugerir, pero en ese momento cada medio decide libremente cuál va a ser su enfoque con la información.

Aparecer en la lista de los Panama Papers es como un condena, aunque no se requiera de primera mano haber cometido un ilícito, ¿cómo lidian con este tipo de casos?
Nosotros aclaramos desde el principio, en la Offshore Leaks Database está muy bien explicado. Aparecer ahí no significaba que nadie haya cometido un crimen. Nosotros creemos que el periodismo de investigación puede exponer actos que son claramente ilegales o sistemas que supuestamente son legales pero que son increíblemente inmorales, injustos y que han creado una enorme inequidad en la sociedad.

En cierto modo, en los Panama Papers hay una gran cantidad de ilegalidad que nosotros pudimos exponer en la investigación pero primariamente es una investigación sobre un sistema corrupto; legal pero corrupto.

Una de las cosas que me interesó fue que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cuando dio su opinión sobre los Panama Papers, dijo que lo que más le preocupaba es que se trata de un sistema legal que nos hemos dado nosotros mismos, y que los poderosos de la sociedad se han creado un sistema que les permite tomar ventaja y se lo han dado de manera legal. Creo que esas investigaciones de los sistemas legales corruptos son mucho más difíciles e importantes de hacer que la clara ilegalidad del senador que escondió dinero.

En ese sentido nosotros siempre explicamos por qué escribimos sobre ciertas personas aún cuando puede ser que haya sido totalmente legal lo que han hecho. Sin embargo, es de interés público porque revela un sistema que está roto y que es corrupto. Si alguien nos escribe diciendo que no hizo nada, esto es lo que se le explica. Además todas las personas han tenido anteriormente la posibilidad de desmentir la información, así que es difícil que se puedan quejar por no haber podido tener una opinión, porque a todos se les dio esa posibilidad de expresarse.

¿Crees que aún no conocemos la gran historia detrás de los Panama Papers ? ¿Podría hallarse entre tantos archivos que aún están por ahí?
Yo creo que el misterio y la maravilla de esta información, y de todos los grandes datos como los de Snowden, es que son tan vastos y complejos que uno nunca sabe cuál es la gran historia, la verdadera gran revelación que aún no se ha descubierto.

La forma en la que nosotros buscamos es en un buscador similar al de Google, pero todo depende del factor humano, de que esos periodistas piensen a fondo qué van a buscar. Cuántas cosas que no se nos ocurren averiguar, porque no nos pasan por la cabeza. A lo mejor ahí está la gran historia.

Yo creo que los Panama Papers son un gran recurso que va a seguir alimentando un montón de historias, y que en la medida que se vayan destapando nuevos casos de corrupción y nuevas cuestiones en nuestra sociedad, esos papeles van a dar respuesta y van a clarificar los misterios a futuro.

¿Están trabajando en otra investigación que puedan dar a conocer, o qué temas están cubriendo ahora?
Los temas no te los puedo decir pero lo que sí puedo revelar es que hemos seguido recibiendo buenos materiales y que ahora estamos analizando si cumplen con los requisitos de interés público que siempre nos fijamos, y esperamos pronto publicarlos.

Marina Walker Guevara participará en el "Panel de investigación periodística Panama Papers: así se tejió la investigación periodística más grande de la historia" con Rigoberto Carvajal (Costa Rica), Joseph Poliszuk (Venezuela) y Mónica Almeida (Ecuador) en conversación con María Teresa Ronderos (Colombia) en el Salón Restrepo del Jardín Botánico de Medellín, Colombia, el viernes 30 de septiembre a las 10 AM, como parte del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo.

También conducirá el taller "Periodismo sin fronteras: del lobo estepario al reporteo transnacional, colaborativo y de impacto global" con Rigoberto Carvajal en el Jardín Botánico de Medellín, Colombia, el sábado 1 de octubre de 9 AM a 1 PM.