¿Y si en vez de perseguir drogas y ‘bad hombres’, perseguimos las armas?

FYI.

This story is over 5 years old.

seguridad

¿Y si en vez de perseguir drogas y ‘bad hombres’, perseguimos las armas?

Platicamos con Alejandro Madrazo sobre la política de drogas y seguridad en México.

¿Quiénes son los "bad hombres" de Trump? No estamos seguros. Si el presidente de Estados Unidos se refiere al crimen organizado, y no a los migrantes indocumentados, podemos decir que México lleva diez años combatiendo a los grupos criminales, con duras consecuencias para la población civil.

Esta guerra no restableció el orden, al contrario, desató una crisis de violencia en la que la ciudadanía perdió y sigue perdiendo: los homicidios se dispararon, la tortura se volvió una práctica generalizada y las desapariciones se multiplicaron.

Publicidad

Cuando Donald Trump dice que México no ha hecho lo suficiente para combatir a los "hombres malos" me pregunto si este es el frente que le conviene al país. Hoy tenemos una colección de heridas que han sangrado mucho a México y quizá hay alternativas para irlas sanando, como perseguir las armas en vez de las drogas.

"En México nuestro principal énfasis debería de ser incautar las armas, no las drogas",  dice Alejandro Madrazo, director del Programa de Política de Drogas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Suena lógico cuando te pones a revisar el descalabro que nos ha dejado una guerra contra el narcotráfico.

"Entre más estudio la política de drogas y la prohibición militarizada de los mercados de drogas ilícitas, más claro me queda que para países como México, no tiene ningún sentido como política pública. Es un absurdo tan grande, que no puede ser un simple error", dice desde una óptica más fresca.

Madrazo, un estudioso de la política de drogas desde hace años, explica que los delitos relacionados con drogas en México son "delitos contra la salud ". "Básicamente lo que quiere decir es que el bien jurídicamente tutelado, o lo que buscamos proteger a la hora de establecer un tipo penal, es la salud de los mexicanos", dice.

Decidimos hablar con él para entender por qué seguimos con la lógica de una política de prohibición militarizada, por qué seguimos combatiendo a las drogas criminalizándolas y qué otras alternativas tenemos.

Publicidad

Hans-Maximo Musielik.

VICE: Se nos ha dicho que el consumo de drogas en México es un problema de salud. ¿Qué tan grave es?  
Alejandro: Hay mucha discusión sobre si las drogas son malas en sí mismas. El consenso entre los estudios más serios es que para entender los problemas relacionados con el consumo de drogas hay que prestar atención a tres factores: Substance, Set and Setting; esto es: la substancia misma, las características específicas del individuo que las consume y el contexto social e institucional en el que las consume. Las drogas no son malas en sí; ciertas drogas pueden ser malas para ciertas personas, con cierta frecuencia, y en ciertos contextos o condiciones. Pero aún suponiendo –como lo hace nuestro derecho- que el consumo de drogas por sí solo sea un problema de salud —cosa que está lejos de ser una afirmación sustentada— México consume muy pocas drogas para una sociedad del tamaño y complejidad de la nuestra; si comparamos con países semejantes en términos de la dimensión y características de su economía y de las características demográficas –proporción de la población urbana, etc.-, la verdad es que consumimos relativamente pocas drogas. Somos, además, consumidores de las drogas menos dañinas para la salud. México consume principalmente mariguana, una droga comparativamente segura. Entonces, ¿por qué invertir tantos recursos de el Estado en andar correteando esa droga o esas drogas?

Publicidad

¿Esto quiere decir que no tenemos un problema de salud que amerite lo que estamos haciendo? 
No. Tomemos algo que es relativamente estandarizado como problema de salud: la muerte. Las drogas producen muy pocas muertes en México al año. Dependiendo de cómo utilices la contabilidad -nuestra cuenta mínima ha sido de 70 muertes al año y la cuenta máxima es algo como 600-, las muertes al año por sobredosis de drogas ilícitas son poquísimas comparado con otros problemas de salud, como las drogas lícitas, el sobrepeso, etc. México no tiene un problema grave de salud por el consumo de drogas, pero sí tiene un problema grave de salud por su política de drogas: la violencia se ha incrementado tanto recientemente a raíz de la guerra contra las drogas del expresidente Felipe Calderón, que ya debería considerarse entre los principales problemas de salud del país.

México tenía tasas de homicidio muy bajas comparadas con las del resto de la región latinoamericana cuando Calderón lanzó su guerra: 8 homicidios por cada 100 mil habitantes. Se desató la guerra contra las drogas y alcanzamos en un lapso de dos años, 24 homicidios por cada 100 mil habitantes. Los homicidios, para 2009, ya eran la principal causa de muerte en el grupo de edad más productivo —entre los 15 y 49 años—;por primera vez en la historia registrada, la primera causa de muerte en ese grupo en México pasó a ser el homicidio.

La violencia que explotó en México durante la última década no se puede entender sin una cosa: las armas. Armas que entran ilegalmente desde EU a México y terminan regadas en Tamaulipas, en la Sierra de Guerrero, en los puertos o en cualquier rincón del territorio mexicano donde opera el crimen organizado. 
El grueso de la violencia en México —sobretodo en la violencia homicida que se ha desatado a raíz de la guerra contra las drogas— ocurre con armas de fuego que están prohibidas, que no se producen masivamente en México, que vienen principalmente de EU y que incluso el gobierno estadunidense ha sido exhibido infiltrándolas de forma ilícita y masiva a México. Nuestro principal énfasis debería de ser incautar las armas, no las drogas.

Publicidad

Estamos incautando las drogas que van de salida del país, en el trayecto sur a norte, que van dirigidas a su mercado principal, que es EU. Los retenes están regados por todo el país y son uno de los principales detonantes de balaceras en México —porque su principal tarea es detener la droga dentro del territorio mexicano—. Es una locura lo que estamos haciendo. Si tu pones un retén en la carretera que va de sur a norte, lo que estás haciendo es dificultando un poco el traslado de drogas hacia EU; pero al dificultarlo estás reteniendo la droga en territorio nacional. Eso quiere decir que va a haber más droga en nuestro país.

En conclusión, con los retenes y las incautaciones, lo que estamos haciendo es reteniendo la droga en México, dispersándola por todo el territorio y generando incentivos para la corrupción. Eso es una tontería. Al mismo tiempo, no estás haciendo nada por detener las armas que vienen de EU y que son con las que se perpetran los homicidios en México, homicidios que han reducido la expectativa de vida en al menos un año y medio en los últimos diez años. Por cierto: es la primera vez que la expectativa de vida de los mexicanos cae desde épocas revolucionarias.

¿Cuál es la estrategia de EU entonces? Ahí no se ven estos niveles de violencia. 
La droga tiene que cruzar al país vecino más o menos en los mismos volúmenes que llega al punto de salida de México.

El mayoreo se traslada de El Paso —que es de las ciudades más seguras de EU y está al lado de Juárez, una de las ciudades más inseguras de México y del mundo—, hasta sus puntos de venta en Chicago, Baltimore, Nueva York.

Publicidad

Tú no ves retenes en EU que estén obstaculizando droga para que no llegue a su punto final; lo que ves es a las autoridades estadunidenses dejando que corra, para después hacer una represión fuerte en los centros de consumo. Los suburbios blancos no suelen ser los lugares donde hacen redadas; suelen hacerlas en los barrios negros y latinos pobres. ¿Cómo te explicas la diferencia de tácticas? Yo no encuentro otra explicación que a través de la famosa figura del outsourcing. EU le inyecta un poquito de dinero a México para que compre juguetes caros y ejerza una fuerza brutal, que de otra forma nuestra policía y Ejército no adquiriría. México pone mucho más dinero en sus soldados y policías, los expone más, se dedica a contener lo más posible la droga antes de que llegue a la frontera con EU, pero una vez que cruza la frontera, la dejan correr hasta que llega al punto de venta —los barrios mexicanos y negros— y ahí sí las autoridades estadunidenses les caen encima.

EU sabe muy bien que si colocaran retenes lo que estaría generando son tiroteos o corrupción en todas las carreteras. Entonces esperan al punto de venta, y así sólo ocurren tiroteos en los barrios donde deciden hacer esos operativos. Le estamos haciendo el favor a EU al nosotros asumir los costos principales, asumir la violencia, para dificultar un poco el trayecto de las drogas hacia ellos.

Con los escasos recursos que nosotros tenemos, claramente nos damos cuenta que nuestras fuerzas públicas no son suficientes para enfrentar a estos grandes mercados.

Publicidad

Ahora, si tenemos recursos escasos, ¿por qué nos estamos enfocando en contener a la droga en el país y evitar que llegue a EU en vez de contener las armas para que no lleguen a México?

Las armas serían mucho más controlables. Los detectores de metales detectan sencillamente un arma. Sería mucho más exitosa una política de incautación de armas simplemente por la naturaleza del producto. Sería mucho más beneficioso para el país porque habría menos armas y, en consecuencia, menor facilidad para los homicidios masivos y la violencia nacional que hemos visto.

Los esfuerzos por combatir la droga los han llevado, en buena medida, las fuerzas armadas haciendo funciones de seguridad pública. Hoy la discusión está en que han estado actuando de manera anticonstitucional y se debe de reglamentar bajo un marco legal. 
Es una degeneración de las prácticas del propio Ejército, que debería asustarnos.

El Ejército ha asumido funciones de seguridad pública. Lo que el gobierno nos dijo  desde hace muchos años es que sería en auxilio de las autoridades civiles, pero lo que vemos es que en una enorme proporción de los combates, las fuerzas armadas están operando solas, con resultados catastróficos, sin precedentes; la tasa de tortura no era ni de cerca lo que estamos viendo.

Antes de Calderón, cuando habían detenidos por militares, reportaban toques eléctricos en alrededor 3% de los casos. Durante la administración de Calderón ese porcentaje se elevó a arriba del 30% de los casos. La tortura descendió en los delitos por homicidio, secuestros etc., pero aumentó en el caso de delitos contra las drogas. Eso indica que el discurso de la guerra contra el narco fungió como una señal para estigmatizar  a aquel que cometa un delito relacionado con las drogas.

Publicidad

¿Cuál tendría que ser el rol del Ejército en este esquema? 
Tenemos que construir el camino para que el Ejército regrese a sus cuarteles y se dedique exclusivamente a la seguridad nacional. No lo podemos hacer de la noche a la mañana, necesitamos construir un marco legal que reconozca que el Ejército ha actuado por fuera de la Constitución, y que lo ha hecho por órdenes del mando civil.

Que responsabilice al mando civil, que aclaren lo que realmente ha sucedido, y que le faculte para estar en las calles de forma temporal y transitoria. Que esa regulación vaya caducando con el tiempo en la medida que construimos mejores policías. El punto final, tendría que ser el Ejército a los cuarteles y una policía robusta que esté monitoreando el tráfico de armas hacia dentro de México.

El rol del Ejército, al final del día, tiene que ser el de estar ahí para defendernos de las amenazas extranjeras, apoyarnos en desastres naturales o en caso de extrema necesidad —y aquí hablo de revueltas internas realmente serias, como una guerra civil—. Ahí sí, suspendiendo garantías para restablecer el orden, pero reconociendo que es algo extraordinario. Y activando los controles y contrapesos institucionales correspondientes.

Es muy grave que la Constitución diga que el Ejército no puede hacer labores de seguridad pública, pero diez años nos digan que el Ejército sí puede hacerlas impunemente y, además, violando derechos y torturando. Lo que sucede es una erosión de nuestra Constitución. El Ejército y la Marina no tienen por qué cargar con la responsabilidad de contener las drogas fuera de EEUU; ni la población mexicana sufrir la coacción de cuerpos que no están entrenados ni equipados para hacer labores de policía, sino para exterminar al enemigo en una guerra.

Justo se está discutiendo en el Senado La Ley de Seguridad Interior, que busca poner un marco legal a las fuerza armadas. ¿Qué nos debería de preocupar en este debate? 
A la Ley de Seguridad Interior, le van a poner Ley de Seguridad Ciudadana o cualquier otro nombre que sirva para dorarnos la píldora, pero es una ley que faculta a las autoridades para indistintamente ejercer fuerza contra la ciudadanía. Dicen que es una ley de salida del Ejército, pero en realidad es una ley que le va a dar permanencia en las calle, van a ser una figura permanente en el paisaje nacional, sin controles y sin límites efectivos, con recursos ilimitados.

No hay una regulación seria o concreta, todas son definiciones abstractas, que pueden ser interpretadas de cualquier forma, incluso la represión letal de la protesta pacífica. Es muy delicado, porque nadie lee el texto de las iniciativas, ni los legisladores. Escuchan a sus proponentes y, si mucho, leen la exposición de motivos. Pero proponentes y exposición de motivos están buscando vender un producto, y como todo producto se vende sin exhibir los defectos y los riesgos. El diablo está en los detalles, y los detalles de las iniciativas presentadas son abrumadoramente peligrosos: pocos controles institucionales, definiciones muy laxas que autorizan cualquier cosa. Alguna, textualmente, autoriza a realizar cualquier acción "que se considere necesaria".

Este cambio de estrategia donde nosotros voltearíamos el foco a combatir las armas en vez de criminalizar o combatir a las drogas, ¿crees que sea una herramienta para poder negociar con EU?
Yo creo que el cambio de política de drogas no debería de ser una función de la política exterior. Deberíamos tener una política de drogas que atienda a nuestras necesidades y problemas, no a los de Estados Unidos. Pero es más evidente la locura en que estamos metidos, y más la estupidez de no cambiar el rumbo, al ver cómo Trump se está portando mientras nosotros seguimos haciéndoles el trabajo a los prohibicionistas estadounidenses de andar deteniendo -y reteniendo aquí- las drogas que van hacia su país. ¿Qué incentivo tenemos nosotros para seguir matándonos y desperdiciando nuestros cada vez más escasos recursos públicos, en algo que no nos beneficia y sí nos genera enormes daños? ¿Qué nos va a hacer Trump? ¿Cancelar el TLC? ¿Expulsar a los migrantes? ¿Humillar al Presidente? Vamos, ahora si que no tiene ningún sentido andar cuidando que no pasen las drogas a EU. En los ochentas Ronald Reagan nos ponía la etiqueta de "niños malos" y decía que no nos iba a certificar. Pero, ¿Trump? Ya él nos descertificó en todo. Ya para qué vamos a andar tratando de quedar bien con un país cuyo gobierno claramente no tiene el menor interés de tener una buena relación bilateral.

Estamos haciéndole el trabajo sucio a quien nos está apuñalando y lastimando en público. Si antes era una locura la guerra contra las drogas, ya que no obedece a las necesidades de México, si no a los intereses de EU, hoy es ya francamente masoquista lo que estamos haciendo.