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escándalo en grecia

Palizas, sobornos y amaño de partidos en el fútbol griego

El gobierno griego amenaza con detener el fútbol en el país heleno de forma indefinida. La corrupción, las amenazas y la violencia física tienen la culpa.
Foto de George Groutas

En las primeras horas de la mañana del viernes, en una calle justo al norte de la Acrópolis en el barrio ateniense de Colonus, dos hombres en una motocicleta armados con palos atacaron a un hombre de 45 años llamado Christoforos Zografos. Antiguo árbitro de la máxima categoría, Zografos había arbitrado partidos FIFA durante varios años a mediados de los años 2000. Hoy trabaja como director asistente del Comité Central de Arbitraje de Grecia. Zografos tuvo que ser ingresado debido a los golpes que había sufrido.

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El ataque a Zografos fue suficiente como para asustar a los altos cargos de la Federación Helénica de Fútbol (EPO, de sus siglas en griego), el órgano de gobierno del balompié en Grecia. El pasado 14 de noviembre, en una reunión de emergencia, el EPO tomó una resolución extraordinaria y suspendió indefinidamente el fútbol profesional griego de todos los niveles "para asegurar que se llevaban a cabo acciones inmediatas para proteger a todos los implicados, a cualquier nivel, en el fútbol griego".

En septiembre, después de que un fan de 46 años fuera asaltado en un partido de Tercera División y muriera posteriormente, el gobierno griego suspendió todas las competiciones de fútbol durante una semana. Sin embargo, la suspensión indefinida marca un nuevo hito negativo en el fútbol griego, sacudido durante años por la violencia y la corrupción.

En junio del 2011, tras una investigación dirigida por la UEFA, diez personas fueron arrestadas y los nombres de otras 68 entraron en una lista de sospechosos por haber arreglado hasta 40 partidos en Grecia. Unos meses después, el periódico griego Kathimerini anunció que la lista de sospechosos había alcanzado los 83 nombres, aunque podía extenderse hasta los 800, y que la estafa movía cantidades ingentes de dinero: "Las autoridades están investigando un partido que habría servido para ganar unos 13 millones de euros en apuestas…".

El pasado mayo aparecieron más pruebas de la dimensión de la corrupción en el fútbol griego cuando la FIFPro, la asociación de futbolistas de la FIFA, publicó un informe contra el amaño de partidos llamado Don't Fix It. El documento contiene los resultados de un extenso estudio sobre el arreglo de resultados en el fútbol europeo. Como foto fija de la corrupción continental, Don't Fix It es fascinante, pero en el caso griego es especialmente revelador: el 12,8% de los jugadores consultados en el informe indicaron que alguien se les había acercado en los últimos 12 meses para pedirles que arreglaran un resultado.

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La afición griega en un partido entre Olympiakos y AEK. Si una cosa no falta en Grecia es la pasión por el fútbol. Foto de George Groutas.

Tras el escándalo del 2011, dos clubes fueron descendidos de la Superliga griega y varios directivos fueron apartados de la competición, pero las investigaciones aún prosiguen su curso. En julio, los tribunales griegos dieron permiso a los investigadores para utilizar conversaciones telefónicas grabadas en secreto en sus indagaciones. Las pruebas muestran cómo "el presidente de un club de la Superliga y sus asociados se aproximaron e intentaron utilizar a policías, jueces, políticos y otras figuras poderosas para los fines propios de su equipo", dijo el fiscal Aristidis Koreas, en palabras recogidas por el periódico Kathimerini. La historia continúa: "Según el fiscal, hay pruebas que los acusados habrían estado implicados en sobornos y la adulteración de resultados en el fútbol".

Se cree que el presidente en cuestión es Evangelos Marinakis, dueño del Olympiacos FC del Pireo. Y aquí es donde las cosas se vuelven extrañas: Koreas indicó que Christos Savvas —el predecesor de Zografos, el ex árbitro atacado, en el Comité Central de Arbitraje— había mostrado una preocupación específica por el proceso siguiendo el cual los árbitros eran nominados para los partidos de la liga griega. A principios de octubre, Koreas y otro investigador fueron bruscamente apartados del caso.

A raíz del ataque a Zografos, las acusaciones volaron. Marinakis, el dueño de Olympiacos, sugirió que Dimitris Melissanidis, dueño del AEK de Atenas, había pedido a la EPO y a Zografos que designaran a un árbitro concreto para un partido reciente, y que cuando esto no sucedió ordenó el asalto. Melissanidis, por supuesto, negó este hecho y acusó directamente a Marinakis de arreglar partidos. El nuevo fiscal convocó posteriormente a una reunión a ambos mandatarios.

Los acontecimientos indican cómo de difícil es luchar contra la corrupción y los intereses cruzados, una lección que va mucho más allá del fútbol. Desgraciadamente, Zografos parece haber sido asaltado por haber hecho bien su trabajo y por intentar mantener la integridad del proceso de selección de árbitros. Su jefe, el escocés Hugh Dallas, llegó a Grecia en verano para liderar a los árbitros griegos después de que los clubes griegos pidieran a un dirigente extranjero para terminar con la manipulación interesada de las designaciones arbitrales. Durante el fin de semana, tras revelar que él mismo también había sido amenazado, Dallas renunció a su cargo de supervisor.

En otras palabras, el mensaje lanzado por los asaltantes de Zografos, fueran quienes fueran, había sido recibido.