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apertura 2015

Olé tus huevos, Pumas

Pumas tiene orgullo y sangre, la dignidad siempre deja un mejor sabor en una derrota por un campeonato.
Foto: Twitter Pumas

No hay delicia mayor en el futbol que ganar campeonatos, sea con la forma que sea. Y por el contrario, no hay sufrimiento más grande que perderlos, aunque ahí sí, existen modos. Subiéndome al 'tren', olé tus huevos Pumas.

Fui una de las personas más críticas y acidas contra los universitarios en esta liguilla. Reafirmo que ante Veracruz no debieron calificar y que si lo hicieron, fue por los errores arbitrales de los cuales ellos no tuvieron culpa. Sostengo que ante América jugaron con un temor digno de equipo chico y que las circunstancias de las expulsiones en la ida le dieron el pase, el cual, estuvo en un hilo por culpa del medroso de Guillermo Vázquez en el partido de vuelta. Y finalmente, ante Tigres, en Monterrey, fueron absolutamente arrollados por un equipo cuya plantilla es más rica en extensión y calidad.

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No daba un céntimo por Pumas la noche del domingo. Nada. Pero entre toda la decepción de ver una final en la que no se llegara a jugar nada, me quedaba la duda de esa mística que C.U. tiene en las finales. Del corazón de su hinchada que impulsa a no desfallecer y a un equipo donde hay líderes que aman profundamente la playera que defienden. En el apartado futbolístico, Guillermo Vázquez tenía que dejar sus malditos miedos escondidos en algún sitio de su casa, y su equipo, después de cinco partidos nefastos, tenía que regalar al menos, un partido decente.

Foto: Twitter Pumas

Al final, no me equivoqué en ese presupuesto. Se entendía que Pumas iba a salir con todo por un gol antes de los 30 minutos y que Tigres, con el 'Tucamión' colgado de su arco buscaría la velocidad de sus extremos para rematar la faena.

El Olímpico fue un centro de ebullición digno de una afición que no desalienta. Ayer los 'Incomparables' fueron ellos. Que Pumas es el rey del villamelonismo, tampoco lo escondo. Pero que tiene a extraordinarios aficionados, tampoco. Anoche, estuvo el que ama la playera y el que ama al equipo, porque los hinchas de ocasión, prefirieron quedarse en casa y cambiarle de canal al creer que su equipo ya había perdido la final.

Pumas fue paciente en todo el partido y nunca se volvió loco en el campo. Buscó con gran tranquilidad el camino que lo llevara a conseguir esos tres goles que le llevaran a empatar el marcador. Golpeó tarde en la primera ocasión, pero era imperativo que antes del descanso, consiguieran el primer gol. La entrada de Fidel Martínez en el segundo lapso le cambió el rostro al equipo, de sus pies salió la jugada del segundo gol y el córner del tanto del empate.

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Las contras de Tigres siempre fueron bien detenidas. La valía de Darío Verón está fuera de dudas, pero la gran sorpresa de esta temporada, y de esta final, fue Gerardo Alcoba, para un servidor, el mejor futbolista en la cancha el día de ayer. Pumas tiene centrales para rato.

¡¡Gooooool!!! y nos vamos a definición por penales, Alcoba suma uno más a el marcador ya es Pumas 4-1 Tigres. pic.twitter.com/K6PxhamQDh
— PUMAS (@PumasMX) December 14, 2015

Tras el tanto de Andre-Pierre Gignac, Pumas volvió a mostrar que tenía vida. Nuevamente, olé tus huevos. Porque otro, después del esfuerzo tan grande, a unos cuantos minutos para acabar el juego, hubiera bajado los brazos, se hubiera desfondado al frente y con seguridad acababa con uno o dos goles más encima.

Nuevamente el arbitraje quedó a deber. No estuve de acuerdo en la expulsión de Eduardo Herrera. Quien haya jugado alguna vez futbol en su vida, entiende que en esa jugada, el delantero de Pumas tenía que ir por todo con la pelota. De hecho en la repetición, se ve un empujón claro sobre el 'Pollo' Briseño, pero nada para exagerar de la manera que lo hizo el central de Tigres. Y en esa misma perspectiva, está la expulsión de Hugo Ayala que ni siquiera toca a su rival. Dos fallos para los dos equipos, mucho más grave para Pumas por el tiempo que estuvo con 10.

Al final, esos malditos penales. Jamás estaré de acuerdo en el punto de vista que son un volado. Más allá de la técnica, los tiros desde los 11 pasos están hechos para futbolistas que deben controlar sus emociones. La distancia entre el punto de penal y el arco es poca, de hecho, en un entrenamiento, es muy sencillo marcarlos. Pero en un juego, por una final, la porteria se ve muy lejana cuando acomodas la pelota, y algo tienen esas escuadras que en ese instante se hacen por demás chiquitas.

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Pumas tiene mucho que sentirse orgulloso. El sabor de la derrota sabe igual a perder por uno o por 10, mucho más en una final, tampoco nos hagamos tontos. Pero hay maneras de salir del campo y de la grada, y ayer los auriazules enseñaron que son una institución mentalmente muy estable y que tiene gallardía. Su afición, la que va a apoyar y no a madrearse, como siempre, con la mejor calificación que se le podría dar.

Al equipo urge que lo refuercen. Urge que le metan más dinamismo, más juventud, más velocidad, sobre todo en el centro del campo. Urge que hagan la plantilla un poco más grande. Y además, urge un cambio de mentalidad en su entrenador. Pumas le queda muy grande a Guillermo Vázquez.

Lo único cierto es que la UNAM está de regreso. Peleando lo que tiene que pelear, un campeonato y no el descenso. En liguilla, meterse a CU siempre va a ser duro y muy difícil. Su afición se ha encargado de hacerselo saber a los equipos rivales. Hay clubes frios y con poco corazón, hay otros calientes y con mucho orgullo. Pumas es el segundo.

Olé tus huevos anoche.