La historia está llena de episodios infames y vergonzosos que demuestran como los seres humanos básicamente somos escoria. Mirar al pasado es meterse en un inmundo barrizal lleno de abusos, traiciones y muerte. Pero entre el fango, a veces crecen flores hermosas, lotos que nos recuerdan que a pesar de todo hay belleza en el mundo. La relación entre Latinoamérica y África es como esos lotos, algo increíblemente mágico que salió de la podredumbre más despreciable.Forzados por la esclavitud a convivir en un mismo territorio, americanos y africanos fuimos unidos a la mala. Pero de esa unión salió una fusión cultural que marcó la identidad mestiza y bastarda de este continente. Donde probablemente más se sintió esta mezcla es en la música. El tambor y sus ritmos endemoniados marcaron nuestro ADN musical. En el ritmo, los hijos de estos dos continentes saqueados encontraron un punto en común para expresar todo ese dolor y nostalgia, que con el tiempo se volvió fiesta y alegría.Esta influencia es de lado y lado, la música latina también ha llegado a los oídos africanos y los ha motivado a crear y jugar con los sonidos de esta tierra. Tal vez uno de los encuentros más interesantes y prolíficos es el de la salsa, la rumba y el son cubano. Casi al mismo tiempo en el que se fue forjando la salsa de Nueva York en países como Senegal y Congo apareció un estilo musical en que se juntaban toda la sabrosura latina y africana.Curiosamente esta fusión también nació de un periodo infame de la historia global: la Segunda Guerra Mundial. Senegal estaba bajo el control de los que se denomina la Francia de Vichy. Un régimen políticamente fascista instaurado en partes de Francia y en todas sus colonias, después de que Alemania se tomara el país. Los soldados instalados en Dakar, la capital, eran fanáticos del son cubano y traían discos desde París para distraerse cuando no se estaban dando bala.Esta música pegó duro en la población senegalesa que empezó estudiar, imitar y reinterpretar estos sonidos. En 1960 llegó la independencia y con ella Dakar se llenó de pequeños bares en los que se podía escuchar los ritmos del son, la guarracha, el gauganco y demás. Entre estos lugares estaba Le Miami, un local cuyo dueño, un pianista y empresario llamado Ibra Kassé, decidió darle un toque extra y puso a una banda en vivo. Así nació la Star Band de Dakar, la cuál también se creó para celebrar la independencia del país.Pronto aparecerían más grupos como la Orchestra Baobab o la Sahel Orchestra. Pero en 1979 aparecería un grupo que revolucionaría la música cubana-africana, Étoile de Dakar, que juntaría la influencia latina con la tradición africana, dando paso a un nuevo género llamado mbalax, que es la música nacional senegali.Al mismo tiempo y de forma similar, en el interior del continente nació otro género fuertemente influenciado por la música caribeña. La rumba lingala se creó en el Congo más o menos en los años 50. En las radios sonaba la música cubana y eso motivo a los músicos a imitarla, en un principio incluso varias orquestas cantaban en español. Pero con el tiempo empezaron a escribir letras en la lengua africana o lengua lingala. La diferencia con Senegal es que en el Congo también pegó duro el jazz y las big bands. A este estilo de música se también se le conoce como soukous y su influencia se puede sentir en todo el este de África.A continuación les dejamos una lista de música para que disfruten toda esa sabrosura.MbalaxStar Band de DakarRicardo Lemvo & Makina Loca Samba
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