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Que acaben los campesinos de su nación
Si sabe que es un esfuerzo que están haciendo
Para no morir de hambre con su opresión
Y manda su gente armada sin corazón
Pa' que vean correr la sangre de un hombre bueno…Pero estas canciones le costaron, y caro.Su abuelo materno era conservador. Pero como la familia de su padre era liberal y él nació y se crió en Montería, en pleno campo, con marranos, ordeñando y sembrando, también siguió al partido rojo. Máximo tocó el acordeón por primera vez a sus 14 años, aunque ya tenía cancha en la guacharaca y la caja porque su padre siempre lo llevó a las parrandas que daba en Montería.Eran los 60 y Máximo ya tiraba sus primeros versos que defendían al campesino en medio de la Reforma Social Agraria que planteaba Alberto Lleras Camargo, en la ley 135 de 1961, con la creación del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA). Ante los ojos del gremio rural, esta reforma fue todo un fracaso porque solo agudizó el acceso de corruptos y delincuentes, que desfavorecían al pueblo, a las tierras disputadas.Tengo entendido, siempre a toda hora ,
que aquel pobre que roba
para no morir de hambre
se llaman delincuente.
Pero el ladrón que roba por caliente,
el rico roba tierra,
se llaman el INCORA.Luego, con la llegada de Carlos Lleras Restrepo, en 1967, y la creación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia (ANUC), Máximo aprovechó para unir a su pueblo con el fin de reclamar esos terrenos baldíos que bien estaban a nombre del Estado o pertenecían a terratenientes con títulos de propiedad dudosos, que habían sido reasignados a nuevos dueños después de la época de la violencia y mal distribuidos con la reforma del INCORA.
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la tierra pa' trabajarla,
lucha contra los ricos
porque ellos no quieren darla.
Hoy aquí en nuestro país se ven grandes hacendados,
y el campesino muerto de hambre (…)
recuerden que la violencia la provocaron los ricos
para robarle las tierras a los pobres campesinos.Fue entonces cuando fue atacado por primera vez, en 1973, mientras unos campesinos celebraban la retoma de sus tierras, y Máximo era el invitado de honor para tocarles unas notas. En medio del ron y el acordeón, entró la policía y lo apresaron. Duró dos semanas en la cárcel sin tener ningún cargo en su contra."Lo culparon de tener cuestiones pendientes. Cuando grabábamos algún disco nuevo, al día siguiente de que salía nos la montaban. Sobre todo a Máximo. Siempre era en días previos a los feriados y días no hábiles para que el encarcelamiento durara más. Lo más duro fue en 1975, cuando grabamos el LP, 'Burro Leñero', con la canción 'Usted Señor Presidente' porque se volvió muy reconocida. Incluso si usted la oye hoy aplica a la situación actual", cuenta su amigo y guacharaquero Juan Payares.Máximo se bancó los encarcelamientos repentinos, súbitos e injustos. En esa época se estaba convirtiendo en un ídolo vallenato, era un monstruo en las tarimas y el pueblo lo coreaba. Pero cuando las amenazas se agravaron y atentaron contra su vida y la de su familia, la situación cambió para el juglar.
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mi alma está contigo,
mi alma está distante
Pero con la risa,
con la charla
con la lucha.Ya lleva 25 años viviendo en el exilio. Ha venido a Colombia ocho veces y esta parece ser la vencida: volvió para quedarse."Máximo Jiménez vino al Cesar a sembrar la semilla, a abrir los ojos y los oídos de los trabajadores y de los pobres de esta región, por eso hoy día las canciones de Máximo Jiménez no mueren y siguen en el corazón del pueblo y donde quiera ir a un festival de acordeones ahí están las canciones vivas y presentes", dice Juan, el guacharaquero.El pasado 8 de mayo, en el marco del Encuentro Regional del Diagnóstico del Daño y Formulación del Plan para los departamentos de Córdoba y Sucre, organizado por la ANUC, Máximo apareció de sorpresa ante la audiencia de campesinos que se emocionaron al ver de nuevo al maestro. Hoy, el vallenatero es una leyenda: nadie sabe cuando vuelve, pero si está cerca hay que escucharlo.Máximo, que de verdad es un máximo del vallenato, no le canta al amor de mujer, sino al de la humanidad, al de la tierra. Es toda una revolución social a partir del vallenato: sus canciones invitan a la participación social de organización del campesinado y los anima a las luchas por la tierra y sus derechos, que hoy, después de más de 40 años siguen sin resolverse. Por eso, cuando hay paros agrarios y protestas por la tierra, el campesino tararea las canciones de Máximo Jiménez.