FYI.

This story is over 5 years old.

Comida

Un templo krishna, la Revolución de la Cuchara y comida de la basura: mi tour vegetariano por Bogotá

La comida es un acto político y los vegetarianos un grupo de activistas que se manifiestan cada día armados de cubiertos.

"He, desde temprana edad, aborrecido el uso de la carne, y llegará el día en que los hombres verán el asesinato de animales como ahora ven el asesinato de hombres", decía Leonardo Da Vinci hace a casi 500 años. Hoy, después de tantos tiempo, la legislatura colombiana parece que escuchó a Da Vinci y a los activistas pro animales y aprobó el proyecto de ley 172 de 2015 que cambia la forma en que los animales son vistos dentro de nuestro sistema jurídico, declarándolos seres sintientes y penalizando con multas y cárcel a quien los maltrate.

Publicidad

Fuera del cobijo de la ley quedaron actividades económicas, como la ganadería o de recreación, como las corrales o las corridas de toros. Aunque como carne con sagrada regularidad, esta creciente ola de defender a los animales como sujetos de derecho, pensar su sufrimiento y su dolor a la hora de ser sacrificados y evitar su consumo, ha llamado poderosamente mi atención. Por ello, me di a la tarea de buscar en Bogotá tres movimientos y tres filosofías distintas que se inspiran en no comer animales.

La comida, aclaro, es para mí más que un acto cotidiano y mucho más que un simple combustible para el cuerpo y la mente. Comer es, ante todo, un acto político: lo que decidimos o no comer define de alguna manera la relación que tenemos con el planeta y el tipo de economía y de sociedad en la que vivimos.

El vegetarianismo, más que ser una dieta, define esa manera de relacionarnos y pensar el mundo, motivada por un sentimiento a veces de compasión con los animales y el medio ambiente, por economía, espiritualidad o por salud. Independientemente del motivo, es una acción consciente, una revolución manifiesta cada día.

El termino vegetariano viene de la palabra latina "vegetus", que significa íntegro, sano, fresco o vigoroso. Este significado de la palabra implica una filosofía equilibrada y un sentido moral de vida, mucho más que una dieta de frutas y verduras –asegura el libro Delicias Naturales que venden algunos devotos Krishna para conseguir sustento– la mayoría de vegetarianos –continúa el libro– son personas que han comprendido que, para contribuir a crear una sociedad más pacífica, primero se debe resolver el problema de la violencia interior. Mejor dicho, como decía Pitágoras, "aquellos que matan animales para comer su carne tienden a masacrarse a sí mismos".

Publicidad

En la comunidad Krishna, el vegetarianismo es vital. Parten de que toda vida es sagrada y tiene un objetivo, un proyecto y el hombre no es quién para cortarlo. Al contrario, el hombre debe favorecer a todas las especies inferiores a él. "Protegerlas y ayudarlas en el desarrollo hacia su objetivo, que es obtener un nivel más en la conciencia: un paso al frente hacia el conocimiento y uno hacia arriba en la espiritualidad", me explica Sridhar Maharash, toda una eminencia Krishna cuando nos vimos en el templo Krishna de la Avenida Caracas con calle 32.

Sridhar Maharash es vegetariano hace 52 años y pertenece a los Krishna hace 23. Se define como un educador de devotos, un profesor. Pero a los devotos se les ve por él una admiración mayor que la que siente un alumno por un buen profesor. Mientras Sridhar me cuenta sobre vegetarianismo, se acercan varios de ellos muy emocionados a saludarlo, sonríen de solo verlo, es como un destello que los ilumina: casi que tiemblan.

"Los animales también sienten miedo de ser matados –me dice el maestro, para retomar la historia– todos los seres que están en especies animales han pasado por seres humanos y están en esa forma para liberarse de karmas".

Según me explica Sridhar, el ser humano llega al planeta Tierra –que es un planeta intermedio, dual, donde se ve lo bueno y lo malo– y empieza a actuar con libre albedrío. A medida que se contacta con la energía material que existe en el planeta, va llegando al límite de lo que debe hacer y empieza a sentir deseos de cosas que no son de ser humano –como comer carne– y su conciencia se va desarrollando entonces hacia abajo: la persona empieza a notarse cada vez más instintiva, más violenta, menos humana. Al final traspasa el límite, muere y toma nacimiento en una especie inferior, a fin de satisfacer los deseos que no pudo como humano.

Publicidad

El vegetarianismo para los Krishna, entonces, es un acto consciente, un despertar hacia el conocimiento. Según Sridhar, ser una persona consciente evita cometer actos de violencia en cualquier grado. "El que se acostumbra a la violencia puede llegar a ejercer violencia sin discriminación hacia cualquier ser –dice– se le dañan sus esquemas psicológicos y ya no puede discernir hasta dónde es lo uno o lo otro".

El templo Krishna donde encontré a Sridhar, es también el lugar de encuentro y capacitación de la Revolución de la Cuchara, un movimiento revolucionario que nació en 2002 en los pasillos de la Universidad de Antioquia en Medellín y que se ha extendido por diferentes países del continente, como Argentina, Chile y Brasil.

Empezó con Hari Sankirtan Das, cuando todavía no era Krishna y la gente lo conocía como Alejandro Arango. Su intención era demostrar que había otras formas de revolución que también podían ser muy poderosas y no necesitaban armas ni capuchas.

"El motor de la revolución ha sido la contradicción entre querer cualquier cosa buena y comer carne: eso es insostenible desde todo punto de vista –dice Hari–. Entonces queríamos coger a los revolucionarios de la (Universidad) de Antioquia, a los paracos, a todos los que estaban tratando de hacer algo y demostrarles que han descuidado un aspecto de su vida muy importante con el que nadie se mete porque es muy cómodo, muy cotidiano y toca con los placeres".

Publicidad

Cada cucharada de comida fue antes semilla o animal, fue cultivado o alimentado para ser vendido; fue el sustento de familias, negocio de empresas y almacenes. Cada bocado es la decisión de apoyar tal o cual empresa o prácticas de producción. Ahí empieza la Revolución de la Cuchara, una revolución diaria, persistente, efectiva y de resultados inmediatos, donde no se necesitan armas ni se derrama sangre. Resistirse a comer carne, por ejemplo, es decirle no al gremio ganadero que, según la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) que dio a conocer la distribución del uso del suelo en el país por actividades productivas en 2013, ocupa en Colombia el 80,3% del suelo dedicado a la producción y decirle sí a la agricultura, que apenas abarca el 7,3.

La revolución empezó con una revista de repartición gratuita en diferentes lugares, haciendo presencia en conciertos de rock, en Transmilenio, en universidades y distribuyendo panfletos. Hoy, 13 años después, hacen un curso de activismo, llamado Guardianes de la Madre Tierra, donde además de hablar de vegetarianismo, se le da a la gente herramientas para salvaguardar a la Madre Tierra. Los cursos duran 3 meses, son gratuitos y se dictan dos veces al año en el templo Krishna de la Av. Caracas y en el restaurante de la revolución, en Chapinero. Hay cursos en Chile, Brasil, Medellín y en los últimos 4 años se han graduado más o menos 500 o 600 guardianes de la Madre Tierra sumando país por país. La Revolución no tiene contenido religioso ni espiritual aunque suela desarrollarse en templos y lugares Krishna.

Publicidad

En la Revolución de la Cuchara se forman activistas: jóvenes y adolescentes que llegan a las citas con la revolución buscando encausar sus ganas de rebeldía. Porque ser vegetariano no es suficiente. "Uno en esto debe ser muy comunicativo –dice Sridhar- no conformarse con ser vegetariano, sino también ser activista, ayudar a los demás seres a que despierten su vegetarianismo".

Según él, estamos en una época de oscurantismo e inconsciencia, "desde que el hombre consideró que matar, y comerse el cadáver del muerto es alimento, el hombre está perdido: el vegetarianismo es el primer paso para salir de esa oscuridad".

Como quedó consignado en la Encuesta de sacrificio de ganado publicada el 25 de noviembre por el DANE, en el tercer trimestre de 2015 se sacrificaron 1'017.143 cabezas de ganado vacuno y 930.571 cabezas de ganado porcino en el país, lo que representó un crecimiento del 2,1 % y del 13,0%, respectivamente, frente al mismo periodo de 2014. Y el consumo per capita de carne de res, según Fedegan, alcanzó los 19,3 kg y el de carne de cerdo el 7,18 kg en 2014.

El vegetarianismo como filosofía, más allá de la dieta, es adoptado también por quienes practican el Freegan, un estilo de vida anticonsumista que surgió en Estados Unidos a principios de los noventa y que intenta participar lo menos posible en la economía convencional, aprovechando al máximo los recursos. Se especializan, sobre todo, en recolectar alimentos que han sido tirados a la basura o que han sido descartados por estar próximos a su fecha de vencimiento. Su nombre deriva de la palabra en inglés free, libre y gratis, y vegan, vegano, que son personas que evitan cualquier producto de procedencia animal o probados en animales. En Bogotá, no todos los freegan son veganos, pero si vegetarianos.

Publicidad

Sergio Rodriguez, de 25 años, es uno de los pioneros del movimiento freegan en Bogotá, que surgió de reuniones entre amigos hace poco más de un año. "Nos sentamos a pensar un mundo diferente y empezamos a investigar el freegan porque nos parece muy interesante –dice Sergio–, con base en eso hicimos la primera recolecta y vimos la gran cantidad de comida que se desperdiciaba". Sobre todo frutas y verduras.

Pero el principal objetivo del freegan es que no haya freegan. Antes que recolectar, lo ideal sería no desperdiciar. Por eso Sergio y otros de los activistas del freegan hacen eventos como el Discosopa, donde ofrecen cenas con alimentos recolectados en plazas de mercado y hacen charlas y proyección de documentales para informar a los asistentes sobre el freegan y concientizar sobre la cantidad de comida que se desperdicia en el mundo.

"Muchos creen que esa comida es basura y la botan –dice John Rubiano otro activista freegan– lo que se busca también es cambiar ese termino de basura". Según la la Organización de las Naciones Unidas Para la Alimentación y la Agricultura –FAO– 1,3 millones de toneladas de comida se desperdician anualmente en el mundo. Es decir, son basura.

Al último Discosopa, que realizaron a finales de noviembre en el restaurante Sabyi, ubicado en la carrera 24 con calle 86 A en Bogotá, asistimos alrededor de 40 personas. Los alimentos que habían sido recolectados en Corabastos esa misma mañana alcanzaron incluso para que algunos participantes repitieran comida. Del menú, que constaba de un smoothie de verduras, puré de papa, ensalada, yuca frita con salsa de tomate natural y hamburgesa vegetariana, todo fue recolectado, menos la hamburguesa, que fue donada por el dueño del restaurante que se entusiasmó con la causa freegan.

Publicidad

Al servir, la comida se veía en perfectas condiciones y al probar pude comprobar que estaba en perfecto estado. Todos comimos un delicioso plato vegetariano que estaba destinado a la basura.

Para John, el freegan es una lucha de luchas: "además de lo vegano y vegetariano, por respeto de los animales, es también no ser esclavos del capitalismo, no despilfarrar. Se pierde muchísima comida por la avaricia y el egoísmo del hombre. Es hacerse consciente de la pérdida de alimentos que es grandísima".

El freegan pretende trascender la recolección de alimentos: "es algo más político –dice Sergio– es compartir el alimento y la palabra para generar tejido comunitario y empoderar a las comunidades".

En Colombia el freegan existe hace mucho tiempo, aunque no se practica por ideología ni para reivindicar nada: la necesidad ha sido el impulso de muchas familias para ir a recolectar desperdicios en las plazas de mercado. Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN), en el país, el 42.7% de la población vive en condiciones de inseguridad alimentaria, es decir, que casi la mitad de población no vive con las condiciones mínimas necesarias para tener una alimentación saludable.

Además, según el libro de recetas Krishna, en información recopilada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, más del 90% de los cereales producidos en ese país se utilizan para alimentar el ganado. Y que según el mismo organismo obtenemos sólo una libra de carne por cada 16 libras de cereales utilizadas para producirla. Es decir, que la inversión para obtener carne deja sin comida a muchas personas que podrían alimentarse de esos cereales.

Comer es, después de todo, un acto político.