Fotos irónicas de casas lujosas en las que nadie vive
Todas las fotos por Santiago Gómez Chaparro

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Fotos irónicas de casas lujosas en las que nadie vive

Hablamos con el fotógrafo Santiago Gómez Chaparro sobre el abandono, la realidad, y qué color de blazer usaría si fuera un vendedor de finca raíz.

Sucedió en medio del viaje que Santiago Gómez Chaparro y su amigo emprendieron por Ecuador. Querían vivir la experiencia del Sabio Caldas; como parte de un proyecto llegarían a los picos de varios volcanes. Únicamente con una cámara en mano, subieron hasta la cima de Pichincha, Imbabura y Chimborazo. Mientras me cuenta su travesía, Santiago se pierde en los pequeños detalles chistosos, como el momento en que el frío era tan insoportable que su compañero tuvo que orinarse las manos. Su serie "Marea Alta" fue precisamente uno de esos pequeños detalles chistosos.

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Estaban exhaustos por haber subido ya al pico de dos volcanes, así que decidieron tener un día de distención. Fueron a ese ese paraíso hippie llamado Montañita en busca de fiesta y relajación. No estaban en temporada, así que no hubo mucho de fiesta. Santiago me dice, en un tono irónico, que tuvieron la brillante idea de caminar por la playa bajo un sol inclemente. Caminaron toda la tarde y a medida que se alejaban del lugar más poblado comenzaron a aparecer estas casas aisladas.

La arquitectura de estas casas llamó su atención, pronto comenzó a pensar en la contradicción implícita en que estas propiedades estuvieran deshabitadas. Comenzó a fotografiarlas desde la distancia, mostrando sus entornos y dándoles una apariencia más mundana. Eran como un chiste sobre la economía, los bienes raíces, el lujo y los lugares paradisiacos.

Sus fotos me recuerdan a la fotografía conceptual de finales de los sesenta, en especial a la "Inert Gas Series" (1969) de Robert Barry. En esta serie el artista libera gases en desiertos de Estados Unidos y lo registra. Obviamente en la fotografía no se ve nada más que un desierto, y es a través del caption que la imagen cobra sentido. Es esa actitud irónica, de burlarse de la imposibilidad de la fotografía de capturar lo real, lo que veo en las casas lujosas de Santiago, en su forma de expresarse con acertijos y metáforas. Él crea alrededor de sus fotografías subtextos que hacen que pasen de lo banal y lo simple a discusiones más complejas. De eso se trata su serie "Marea Alta".

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VICE: ¿Crees que haber pasado por esa difícil travesía influyó en que vieras estas casas como propiedades lujosas ?
Santiago Gómez Chaparro: No creo que lo del lujo, pero ese momento se convirtió en un oasis. Sí, estábamos subiendo montañas y fuimos a Montañita, pero obviamente era como un juego de lenguaje irónico y chistoso. Iba a ser un momento de confort, entonces quizás si había un gancho temático que me llevó a encontrarme con las fotos.

¿Por qué estas casas en medio de la nada representan una noción de lujo?
Pensaría en esta filosofía japonesa sobre el vacío, pero llevada al nivel de lo meramente banal o quizás no banal, pero del lujo y de los placeres económicos. Es ser dueño de algo que tienes pero no usas, y tener ese algo en un lugar paradisiaco es como tener un espacio en el estadio del mundo, ese espacio V.I.P. que permanece mucho tiempo deshabitado pero está ahí y solo tú lo vas a poder visitar cuando se te dé la gana.

Es algo que no todo el mundo tiene y ese elemento de lujo es más fuerte que tener las cosas a la mano, es saber que tienes acceso a algo pero simplemente no lo necesitas.

¿Por qué crees que este tipo de casas existen junto a una playa y nada más?
Hay cierto tipo de casas que, tal vez no depredan la belleza de un escenario natural, pero sí construyen una suerte de visión. Si en los zoológicos están las ventanas para ver los animales, las casas mismas son un habitat que le permite a sus propietarios disfrutar, de una manera humana, un paisaje natural. Antes estaba el explorador que iba a llenarse de barro para poder disfrutar todo un océano de niebla, y luego llega la jodida casa. En el siglo XXI no exploras el mundo sino que pones una casa ahí, y la tienes para tus fines de semana o para el verano.

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La playa es esa imagen de destino turístico/natural que más se reitera en nuestro imaginario. Siempre dicen que todo el mundo tiene que conocer, por lo menos una vez, el mar. No todo el mundo tiene que, por lo menos una vez, haber subido una montaña.

¿A qué tipo de fotografía hace alusión la forma en que están compuestas las tuyas?
Al principio tendía hacia la idea de lo meramente documental, de la imagen directa y frontal. Tomar una distancia y tratar de no mediar lo que estaba frente a la cámara. Pero al mismo tiempo tanta simetría es engañosa. Cuando ves fotografías demasiado simétricas y frontales, hay algo de irreal.

Mi idea inicial era ser lo más objetivo posible, pero precisamente ese intento fue lo que le dio a las fotos un aire de virtualidad, muy parecido al de las imágenes de las revistas de bienes raíces, que muestran las viviendas de una manera muy particular. Siempre están vaciadas de toda humanidad, presentadas de una manera muy arquetípica y con cierto elemento de irrealidad, en la medida en que muchas de estas imágenes están construidas a partir de renders de software digitales, que lo que hacen es presentar la mejor versión de ese espacio.

Mis imágenes son de casas reales, y en cierta medida hay una pequeña variación angular que intenta mostrar una perspectiva más humana. Hay una promesa de habitad.

A finales de los setenta la fotografía conceptual jugó mucho con esta idea de burlarse de la creencia de que una foto establecía una prueba de lo real. ¿Crees que hay algo de esa ironía en esta serie?
Más allá de esta serie, en mi trabajo siempre tengo presente la noción de ficción. Es una cosa que empieza desde lo puramente literario, pero luego cobra unas dimensiones más relacionadas con el discurso de lo real, que es muy pertinente a la hora de discutir en torno a la fotografía. Dentro de mis referentes está Ed Ruscha y su libro de "Twentysix Gasoline Stations" (1963), que es predecesor de estos fotógrafos conceptuales y precisamente se opone a todo eso. Sus fotografías vienen de un interés por lo simple y lo cotidiano, sólo quiere mostrar las cosas, pero en mi discurso siempre está esta idea de que las cosas no son como se presentan. Siempre hay un alguien detrás de la cámara mostrándolas de una manera particular, siempre hay una mediación.
En mis fotos esa mediación está ligada a la presentación de este discurso habitat/inhabitat, presencia/ausencia.

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Ahora, ¿cómo definirías lo real dentro de tus fotos?
¿Acabo de tirar la realidad a la basura y ahora viene y pregunta esto? Yo creería que lo real es esa consciencia de suspensión de lo real. No solo en la discusión fotográfica, sino también en la promesa que hacen estas casas. Hay una promesa de algo que puede llegar a ser, una suerte de posibilidad de existencia de un dueño de la casa, o desde el que ve la fotografía y experimenta la belleza de estas casas y no se puede oponer a lo bello.

El valor de la posibilidad viene a ser lo real. Ese mundo no actualizado.

Supongamos que tu proceso creativo es como caerse en el cráter de un volcán. ¿Cómo saldrías de ahí?
Esperaría a que el volcán hiciera erupción.

Si fueras un vendedor de finca raíz, ¿en qué lado llevarías tu gafete y de qué color sería tu blazer?
Es una muy buena pregunta porque pensaría que así cómo uno encuadra las fotos, tiene que pensar en dónde encuadra el gafete para vender una casa. Si en la izquierda, o en la derecha, si arriba en el hombro, o abajo en el huesito sexy. Yo lo pondría en el corazón, es decir a la izquierda. Y el color del blazer, que es esencial, sería rojo aludiendo a la historia de los vendedores de casas, a ese color tan representativo, como en Los Simpsons, en el capítulo en que Marge vende casas. Pero le bajaría el tono, tal vez vino tinto.

Más fotos de Gómez Chaparro abajo.

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