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Ibogaína, Islam y heroína en Afganistán

“En el Corán se dice que por cada enfermedad hay una medicina sobre la tierra, y es responsabilidad humana buscarla”, dice Murtaza Majeed, quien planea abrir una clínica de ibogaína para tratar adictos a la heroína.

Fotos via Wikimedia Commons

Cuando Murtaza Majeed se enteró que la organización internacional de salud Médicos del Mundo planeaba abrir la primera operación de intercambio de agujas y jeringas en Afganistán, la idea parecía absurda. El país islámico sufre una epidemia de heroína de proporciones aterradoras, en gran parte porque los adictos son tratados como unos parias por completo.

“No existía nada para ayudar a los drogodependientes”, le dijo a VICE Majeed, residente de Kabul y antiguo miembro del programa de reducción de daños de Médicos del Mundo. “El concepto de nuestro gobierno era, desafortunadamente, el de si usas drogas o no”.

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A pesar del desdén cultural por la adicción, Médicos del Mundo comenzó a repartir gratuitamente agujas limpias en 2005 y a ofrecer metadona a los yonkis de Kabul unos años después. Ayudó el hecho de que Majeed y otros que administraban el programa, tuvieran el apoyo de la Organización Mundial de la Salud, el Fondo Mundial y otras ONGs influyentes. Pero Majeed también desarrolló un fuerte argumento para convencer a los escépticos.

“Tuvimos que convencerlos de que había algo que podía ayudar a los consumidores de drogas y a la sociedad”, dice Majeed. “Todo el mundo al final del día quiere curar la drogodependencia. Para mí, la reducción de daños era un paso intermedio. Al reducir los riesgos podemos hablar con los consumidores e intentar liberarlos de la adicción”.

Sin embargo, la introducción de estos servicios ha logrado poco para contener la demanda de drogas en Afganistán. Naciones Unidas estima que 1.6 millones de afganos, más del 5% de la población, es adicta.

Majeed, de 27 años, ha propuesto un audaz plan en respuesta a la creciente crisis. Su repuesta incluye una droga alucinógena africana, un chamán autoproclamado y al rapero Immortal Technique.

La idea es abrir la primera clínica de rehabilitación de Afganistán, especializada en el tratamiento con ibogaína. La ibogaína es un alcaloide extraído de la corteza de la raíz de un arbusto nativo de la selva tropical del oeste de África central. Ha sido utilizada por siglos en ceremonias religiosas como sustancia visionaria, y se ha vuelto muy popular como método alternativo para salirse de la adicción a la heroína. Sus defensores argumentan que el intenso y quimérico estado al que induce, inspira a los adictos para que reevalúen sus vidas. Algunas investigaciones científicas han encontrado evidencias que sugieren que la ibogaína bloquea el síndrome de abstinencia y elimina el deseo de drogarse.

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De acuerdo con Tom Kingsley Brown, un investigador de la Universidad de California en San Diego, quien trabaja conjuntamente con la Asociación Multidisciplinar de Estudios Psicodélicos, no hay consenso científico sobre cómo la ibogaína actúa en el cuerpo, pero sus efectos sobre la recuperación de los adictos son a menudo impresionantes.

“Logras una interrupción de la adicción sin los síntomas de la abstinencia”, dice Brown. “También se ha demostrado que reduce el antojo que sientes por la heroína y otro tipo de opiáceos. Esa interrupción del deseo puede durar semanas para muchas personas”.

El problema con la ibogaína es que produce una variedad de efectos secundarios severos, como náuseas y vértigo. Ocasionalmente puede causar la muerte. Desde 1900, por lo menos 19 personas han muerto después de tomarla, la mayoría debido a la preexistencia de afecciones médicas o por ser combinada con otras drogas. La ibogaína está catalogada en la lista de drogas Clase I de los Estados Unidos, una clasificación reservada a la heroína, el MDMA, la marihuana y otras drogas que el gobierno considera de alto potencial de adicción y no acepta su aplicación médica. Sin embargo, la ibogaína es una sustancia poco regulada en otros lugares, y algunas clínicas –muchas de ellas cobran miles de dólares por visita– tratan pacientes con ella en decenas de países alrededor del mundo, incluidos Canadá y México.

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El evangelista más prominente de la droga es Dimitri “Mobengo” Mugianis, un heroinómano rehabilitado de 51 años convertido en el chamán de la ibogaína en Nueva York. Mugianis se sometió a un tratamiento de ibogaína en Países Bajos y luego estudió el Bwiti, un rito africano que utiliza drogas de manera espiritual. Llevó a cabo algunas ceremonias con ibogaína para rehabilitar adictos a opiáceos en los Estados Unidos, hasta que fue blanco de una operación encubierta de la DEA en 2011, que terminó en un cargo menor por posesión de drogas, una pequeña multa y un corto periodo de arresto domiciliario.

Mugianis ahora realiza sus ceremonias en Costa Rica y trabaja para una organización sin ánimo de lucro de educación para la reducción de riesgos, en el este de Harlem y el Bronx. Un episodio de VICE on HBO muestra una de sus ceremonias con ibogaína que le realizó a un adicto en Tijuana.

Majeed conoció a Mugianis en 2009, en una conferencia de reducción de riesgos en Bangkok, y hoy en día se refiere al chamán como “uno de mis grandes consejeros”. Mugianis le dijo a VICE que espera crear un “círculo de curación” para yonkis afganos y veteranos de guerra americanos que sufren adicción y trastorno de estrés postraumático.

“Es trabajar ambas caras del conflicto y traerles la cura”, dice Mugianis. “Pero la cosa de llevar a cabo todo esto es que, ya sabes, es Afganistán. Puedes terminar con algunos cadáveres en tus manos fácilmente, a menos que seas muy, muy cuidadoso”.

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La seguridad de Majeed es una preocupación particular. Dejó Afganistán hace tres años porque tenía “algunos asuntos políticos con el gobierno”, como también problemas personales que evita discutir. Ahora vive en Suecia y se siente muy seguro al haber programado un regreso a Kabul en septiembre, porque planea comenzar un proceso burocrático para lograr que la ibogaína sea aprobada como medicina. Si todo sale bien, un especialista en ibogaína del sur de África le suministrará la droga y viajará a Afganistán para ayudar con el programa y entrenar a los médicos locales. Pero es difícil que sea algo seguro.

El Ministerio Afgano de Salud Pública no respondió a una solicitud de observación sobre la ibogaína y la política de drogas en el país. Majeed dice que la ibogaína ocupa un área gris en la ley de Afganistán, en la que no está específicamente sancionada ni prohibida. El mayor obstáculo es que está mal vista por los funcionarios del área de la salud de los Estados Unidos, quienes tienen una influencia importante sobre sus homólogos afganos.

“Estamos muy influenciados por las políticas de drogas de los Estados Unidos”, dice Majeed. “El ojo está siempre puesto sobre los cultivos de drogas. El objetivo principal del gobierno es ‘estamos produciendo más del 90% de la heroína del mundo, así que debemos erradicarlo todo’. Pero nadie se preocupa por los consumidores”.

Tomó años de campaña introducir al país un tratamiento tan convencional como el de la metadona. Oliver Maguet, quien encabezó la iniciativa de reducción de daños de Médicos del Mundo en Afganistán desde 2006 hasta 2013, le dijo a VICE que los funcionarios de salud pública apoyaron el proyecto en Kabul, pero anotó que el Ministerio Afgano de lucha contra los estupefacientes era “más que reticente” a aprobar la metadona. Añadió que el gobierno tendrá que ampliar el programa.

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También está la dificultad de convencer a los funcionarios de un país devotamente islámico para que acepten un alucinógeno tan potente. Anwar Jeewa, el especialista sudafricano en ibogaína quien espera unirse a la empresa de Majeed en Afganistán, le dijo a VICE que él había tratado a 1.500 pacientes en su país, sin interferencia alguna por parte de líderes religiosos.

“Aquí tenemos una comunidad musulmana muy conservadora y nadie ha objetado”, dice Jeewa. “La mayoría de pacientes que he tratado son musulmanes. Ellos entienden que se trata de un material vegetal que es natural, que no contradice al Islam de ningún modo”.

Además de Mugianis, dos neoyorquinos carismáticos están ayudando a Majeed a recaudar dinero para cubrir los gastos de su viaje y para poder costear su proyecto con la ibogaína. El primero de ellos es Felipe Coronel, mejor conocido por su nombre artístico Immortal Technique, un respetado rapero indie que apoya distintos proyectos de cooperación internacional, incluido un orfanato en Afganistán y la tentativa de Majeed de abrir una clínica de ibogaína en Kabul.

“Creo que al menos podría darle [a la ibogaína] una oportunidad y tener una conversación sobre ella y forzar un diálogo sobre ella en los pasillos del gobierno estadounidense,” le dijo Immortal Technique a VICE. “La ibogaína hace lo que el ejército norteamericano y todas sus fuerzas intentaron hacer, detener la adicción a la heroína. La situación de la amapola es una de las razones por las que estamos allí. Esto se aparta de los pretextos que tiene Norte América para estar allí.”

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El rapero fue reclutado para la causa por Dana Beal, un activista político de Nueva York, con 67 años y un enorme y espeso bigote blanco. Beal es conocido por apoyar el uso medicinal de la marihuana y la ibogaína. Se metió en problemas con la ley en 2008, cuando fue capturado en Illinois con dos bolsas de lona repletas con 150.000 dólares, dinero con el que planeaba fundar una clínica de investigación sobre la ibogaína. También fue arrestado junto a dos ayudantes en 2009, luego de que les encontraron 150 libras de marihuana en su carro. Y una vez más en 2010, después de que la policía de Wisconsin encontró 186 libras de hierba en otro carro. Beal salió en libertad condicional en febrero, después de cumplir sus sentencias en Nebraska y Wisconsin.

Beal le dijo a VICE que había recaudado más de 5.000 dólares en nombre de Majeed, incluyendo los miles de dólares que resultaron de una subasta el mes pasado que contó con la actuación de Immortal Technique. Beal dijo que su objetivo es ayudar a establecer el tratamiento con ibogaína en Afganistán como una manera de elevar el perfil de la droga en los Estados Unidos.

“La ruta hacia la ibogaína atraviesa por Kabul”, dice Beal. “Cuando los estadounidenses ricos lean que no pueden ser tratados con ibogaína, pero que los más pobres en Kabul están siendo tratados, van a decir, ‘¿y por qué no la tenemos aquí?’”

Sin embargo, Majeed advierte que puede pasar un largo tiempo antes de que el primer yonki afgano reciba su dosis de ibogaína. Su objetivo a corto plazo es crear un piloto del proyecto, que necesitará la aprobación de los funcionarios de los ministerios de Salud Pública, Justicia y de la lucha contra los estupefacientes. Basado en su experiencia previa de abogar por la reducción de riesgos en Afganistán, Majeed ha perfeccionado su discurso.

“En el Corán se dice que por cada enfermedad hay una medicina sobre la tierra, y es responsabilidad humana buscarla”, dice Majeed. “Esa es mi línea de apertura siempre que hablo de la ibogaína. Quizá este sea el tratamiento que Dios ha creado para nosotros”.

Sigue a Keegan Hamilton en Twitter: @keegan_hamilton