La crisis humanitaria que se vive en el noroeste de México derivada del éxodo de migrantes haitianos se arrastra desde el año 2010 y tiene un origen perfectamente definido: el terremoto que padeció la isla, la crisis económica en Brasil, el Mundial y las Olimpiadas de Río 2016.La serie de eventos infortunados tiene una conexión y el arribo de alrededor de 8 mil haitianos a Baja California es el fin del camino. Ahora sólo falta que Estados Unidos decida cuál será el destino de los afrodescendientes centroamericanos que no paran de llegar a México y se estima que se encuentran en trayecto otros 6 mil, según informó el Instituto Nacional de Migración (INM).
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Welly Jeans Gilles, de 42 años, es uno de los miles de haitianos que se encuentran varados en Baja California, entidad colindante con el Estado de California, en Estados Unidos, el destino de todos los aspirantes a una visa humanitaria.De gran estatura y complexión delgada, de rasgos fuertes, sin cabello y con dificultades para caminar debido a múltiples heridas de arma de fuego recibidas en su pierna derecha a causa de su discusión con un enfurecido ladrón nicaragüense, se sentó en una banca para charlar.Padre de dos hijos y comerciante en la isla, además de considerarse gran fanático de las canciones de Ana Gabriel y Joan Sebastian, tiene varios días viviendo en uno de los nueve asilos para migrantes ubicados cerca de la frontera con el condado de Calexico, pueblo colindante con Mexicali, la capital de Baja California.
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Ahí permanece en espera de su cita pactada a fin de año donde autoridades migratorias decidirán si es posible otorgarle una poco probable visa humanitaria.Y se considera "poco probable" debido a que, según confesó en entrevista el secretario general de Gobierno de Baja California, Francisco Rueda Gómez, el 100 por ciento está siendo rechazado.Welly Jeans comentó que salió a probar suerte a Brasil luego que el terremoto ocurrido en el año 2010 destruyera su país natal y sumergiera aún más en la pobreza a sus habitantes.
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"Tengo dos hijos, soy haitiano, lo único que puedo decirte es que no soy ladrón… Todo lo que viene en el camino es por Dios. Si me dice que tengo que pasar por todo eso…", dijo con dificultad para hablar el castellano que aprendió durante su travesía de cuatro meses de Brasil a México.Aprovechando el decreto del presidente Lula da Silva, en su último año al frente de la nación, tomó lo que pudo cargar en sus dos manos y emprendió su viaje, dejando a sus pequeños a cargo de su negocio.El espejismo del futuro próspero y tendido en Brasil se replicó en Welly por algunos años, pese a que trabajaba como mano de obra en las construcciones relacionadas con el Mundial de futbol en 2014 y posteriormente con las Olimpiadas en Río de Janeiro.Nadie se imaginó el declive originado por la crisis económica que golpeó al país sudamericano y que se evidenció ante el mundo previo y durante el Mundial, cuando se llevaron a cabo movilizaciones sociales en contra del gobierno de Dilma Rousseff, el cual alegaban había llevado pobreza, corrupción y la falta de oportunidades.Luego de cinco años de tranquilidad se acabó el empleo para los caribeños y poco a poco regresaron a las filas de la miseria, sólo que ahora en otro país, con diferente idioma y sin sus familias."En Brasil se llegó a una situación complicada, a todos los están mandando a casa. Esto por la crisis económica, porque la empresa no quería pagar lo que tenía que pagar. Por eso, si yo hubiera sabido, mejor me hubiera quedado en Brasil, allá estaba todo perfecto, pero aquí estoy quebrado".
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Este fue el motivo por el que miles de haitianos decidieron voltear sus ojos a Estados Unidos, donde, según supieron, eran aún bien recibidos. La voz corrió como pólvora en su comunidad y sin apego alguno dejaron el país donde residieron por cinco años para emprender un viaje de alrededor de 7 mil kilómetros, en busca de una nueva promesa.
NICARAGUA, LA BARRERA MÁS DIFÍCIL PARA LOS HAITIANOS
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Acompañado de cuatro amigos que hizo durante el trayecto, pagó nuevamente a un "pollero" para que los ayudara a cruzar la frontera entre Nicaragua y Honduras, pero apenas dos horas de haber iniciado el viaje por el monte se apareció un ladrón armado. El traficante los había llevado a una trampa.Les exigió el dinero, pero para ese momento ya sólo llevaba 38 dólares, mismos que estaban escondidos en una bolsa de su mochila.Mientras los amenazaban, recordó que una mujer hacía una tumba de tierra frente a él y sus compañeros de viaje."Si él no da el dinero nos va a quebrar las patas", comentó mientras bajaba la mirada para observar sus dedos entrelazados y movía sus pulgares con ansiedad, reflejo de algo que no se ha podido superar.Al darse cuenta que no llevaba mucho dinero, le disparó en dos ocasiones en la pantorrilla derecha, haciéndolo caer."Empecé a pedirle a Dios, 'si dices que tengo que morirme tengo que morirme, si no, sálvame la vida'"."En ese momento sólo tenía 38 dólares en mi mochila y [el ladrón] sólo tomó 18 dólares porque estaban en otro lugar, y cuando terminaron de romperme la pata tiraron mi cartera y me dejaron con el pie lastimado. Cuando ellos me dieron la espalda tomé dos cuchillos y los quería asesinar".Sin embargo, cuando caminaba hacia ellos para enfrentarlos, se detuvo por lo que consideró una señal divina y optó por tomar un pañuelo y amarrarlo a su pierna, pues según dijo, la bala tenía veneno.
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Mientras los traficantes se alejaban, gritó:"No quiero que usted me deje vivo, deme dos tiros en el corazón, en el nombre de Dios', pero me miraron y me dejaron, ellos sólo se rieron"."Ahí yo me acerqué a ellos, y les dije que me ayudaran a salir del monte, cerca de la pista (se refiere a la línea fronteriza) y ahí uno nos paró, y me dejaron cerca de la pista. Parecía que Dios abrió mi corazón".Los "polleros" finalmente accedieron a conducirlos, por lo que buscó tablas o palos para entablillarse la pierna y seguir."Ahora tú tienes que buscar cuatro palitos para amarrarte la pierna para tratar de salir, aunque sea brincando. Ahí creo que se me acabaron las fuerzas, pero encontré algunos palitos".Siendo cargado por sus cuatro amigos llegaron y cruzaron al otro lado. Ahí caminaron por 20 minutos hasta que observaron una "guagua" —forma cómo conocen al transporte público— y pidieron apoyo al chofer, quien avisó a las autoridades. Entonces lo trasladaron a una clínica de la Cruz Roja, donde fue atendido y tras una intervención quirúrgica lograron retirarle las balas del hueso.Luego de sufrir encontró la calma. El personal de migración lo trasladó a un albergue donde recibió comida y curaciones por 25 días, hasta que decidió que podía seguir con su viaje y se escapó.Dejó las muletas y cojeando siguió su travesía sin contratiempos."¿No te pasó nada en México?", pregunté esperando alguna mala historia.
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"En México yo estoy agradecido, me trataron con amor y cariño y de chiquito siempre me gustó. Dios, yo quería conocerlo porque en mi país me gustaban las canciones de México, me gustan "Un puño de tierra" de Antonio Aguilar y Ana Gabriel, el Mariachi, Joan Sebastian, Marco Antonio Solis, Juan Gabriel; y siempre están esas canciones en mi casa, en mi país yo vendía discos y películas de ellos también".Es fácil comprender por qué no sufrió ningún abuso: Welly llegó a Tapachula y sin problemas abordó un camión que lo llevó hasta Baja California, pues sabía que esta frontera era la más segura del país.Maik, un niño de 11 años que aprendió castellano en la primaria y que ha servido como traductor para su familia, es otro de los tantos niños que intentó llegar a Estados Unidos y que han sufrido de penurias para poder cumplir su sueño.Hospedado en el Hotel del Migrante, un conocido inmueble localizado en la Zona Centro de Mexicali a escasos metros de la frontera, y cuya capacidad ha sido rebasada por el arribo de haitianos (atiende a 500 y su capacidad es de 200), corre y juega con otros niños, brincando entre personas y corriendo alrededor de casas de campaña instaladas en los pasillos y la azotea del lugar.Maik dice ser originario de El Congo, pero según el Instituto Nacional de Migración (INM) todos dicen eso para evitar la deportación, pues dicho país africano no cuenta con embajada en México y ante los conflictos políticos registrados, están imposibilitados para deportarlos, a diferencia de Haití, donde fácilmente pueden ser regresados a su lugar de origen.
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Comentó que no le gusta México y dijo que la comida es muy dulce, por lo que quiere irse a Estados Unidos lo más pronto posible.Recordó que estuvo seis años viviendo en Brasil y que no recuerda su país de origen, pero que sabe que es muy pobre y prefiere continuar en el camino acompañado de sus padres y sus dos hermanos.Comentó que también en Nicaragua sufrió un accidente cuando, por cuestiones que no supo explicar, intentó abordar un vehículo en movimiento acompañado de su familia, pero terminó cayendo a gran velocidad; tuvo que ser trasladado a un hospital.
ABARROTADOS LOS ALBERGUES DE BAJA CALIFORNIA
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Molesto por la displicencia de las autoridades, el encargado del albergue afirmó que pese a que son uno de los centros de atención más grandes que hay en la entidad, no han recibido un peso para ayudarlos a pagar las cuentas o proporcionarles alimento a los afrodescendientes varados en Mexicali.Dicho inmueble tiene una capacidad para atender a 150 migrantes, pero durante un momento tuvieron a 280 personas que requerían techo y comida, y que han sobrevivido gracias a las dádivas de la gente.Criticó que los únicos albergues que han recibido apoyo son los que están relacionados con la Diócesis de Mexicali.Comentó que la mayoría de los haitianos tiene su propio dinero y con frecuencia salen a comer y de paseo, incluso a consumir bebidas embriagantes en los bares de la zona, pero muchos de ellos vienen casi en condiciones de marginación."Además de eso todos tienen celular y lo usan para conectarse, nos sale muy cara la luz", comentó el director del centro cristiano de atención a migrantes.
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Cabe señalar que según el INM, sólo el 3 por ciento de los haitianos llega por aire, pues el resto se traslada por camión.¿Y qué ha pasado con los migrantes centroamericanos y mexicanos que vienen diariamente?"Han llegado muy pocos centroamericanos, a finales de este mes estamos con una sorpresa, hay mucha gente varada en Veracruz, Chiapas, México, en México está atorada mucha gente de Centroamérica, porque están oyendo que hay muchos afroamericanos".
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Comentó que la ciudadanía también les ha facilitado casas para que no tengan que vivir en los albergues, a cambio de una módica cantidad, lo que ha cambiado mucho el paisaje de los alrededores de la garita, donde prácticamente "está invadido de personas de color".Según cifras de la Delegación del INM, a estos 8 mil haitianos que hay en Baja California tienen que sumarse los más de 30 mil mexicanos que se estima serán deportados durante el 2016, quienes también necesitan ayuda, comida y alimento.
NINGUNO QUIERE QUEDARSE EN MÉXICO
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SE LEVANTAN GRUPOS EN CONTRA DE MIGRANTES HAITIANOS
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"Nosotros creemos que es malinchismo, porque como nos han comentado, hay muchos mexicanos deportados que ni siquiera están entrando a los albergues y nos parece que es lamentable que les ofrezcan trabajos"."Si se les está dando trabajo a los africanos debe ser de forma organizada, se debe permitir que se queden, pero 40 mil personas… nos parece abusivo. Quieren darles una prórroga de un año. Y las mujeres querrán tener hijos con los haitianos o cosas por el estilo, que es lo que va a pasar", explicó.¿Su postura es similar a la de Donald Trump hacia los mexicanos?"Bueno, en cuanto a Donald Trump es un mentiroso y un pelele. Hay que reconocer que mucha gente, la que lo apoya, quiere defender a sus país y mantener su frontera segura, nosotros no tenemos tanto territorio, por lo tanto aquí no es justo", dijo López Lee."Debe haber una solución territorial, no un régimen impuesto por ellos, nosotros velamos por los intereses de los mexicanos, a nosotros nadie nos toma en cuenta".La agrupación que preside tiene alrededor de 3 mil miembros en todo el país y sólo el grupo en Facebook cuenta con 500 simpatizantes de esta localidad; la comunidad crece día con día y analizan la posibilidad de llevar a cabo alguna movilización en contra de la regularización masiva de haitianos.