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Cultură

Los burdeles de la frontera francoalemana

En algunos burdeles las relaciones entre los clientes y las prostitutas se parecen a los noviazgos clásicos, hay veces en las que ni siquiera cobran.

Todas las fotos cortesía de FKK Paradise.

"Voy al burdel como si fuera al McDonald's".

Mario, de 27 años, es originario de Thionville, una ciudad que se ubica a 60 km de la frontera francoalemana. Lleva diez años trabajando como soldador y visita los burdeles al otro lado del Rhin varias veces al mes. "Consigo lo que quiero a cambio de un simple billete", dijo Mario.

Mario está acostumbrado a este tipo de establecimientos. Después de diez años de frecuentar burdeles alemanes, ya no pasa noches enteras invitando tragos a chicas desconocidas con la esperanza de acostarse con ellas. "Llevo tres años de soltero pero sí llegué a ir cuando tenía pareja. Pongo mi teléfono en modo avión por una hora y así nadie me molesta".

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Mario trata de ir de dos a tres veces por mes a algún burdel del otro lado de la Línea Maginot. "Voy cada tres semanas a la Villa Venezia y cada 15 días a FKK Paradise. Los servicios que ofrecen son diferentes".

Villa Venezia abrió sus puertas a principios de 2006 del lado de Saarlouis, a 20 km de Francia. Es una casa muy elegante donde reina una higiene impecable. Ocho de cada diez chicas están disponibles en cuanto entras y los servicios van de los 30 euros (600 pesos) por una felación, hasta los 50 euros (1,000 pesos) por una felación y una penetración vaginal. Dentro del establecimiento, la discreción es reglamentaria. Los clientes nunca se ven entre ellos.

Mario a veces va solo y a veces va con sus amigos después de tomarse unos tragos. Antes de subirse a su auto, revisa la página web de los burdeles para ver qué chicas están disponibles, sus reseñas, su país de origen y fotos de ellas desnudas.

"No es una droga porque no tiene nada de nocivo. A veces, cuando tengo dinero extra, también me meto al sauna. Lo más importante es mi placer, mi relajación y el cuidado de mi cuerpo. Y, claro, disfruto mucho viendo mujeres hermosas".


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Según Mario, muchos jóvenes que viven en Francia hacen lo mismo que él. "80 por ciento de los clientes son franceses. Platiqué con los gerentes del burdel. Las cifras están comprobadas".

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En Villa Venezia, siempre hay una chica en la entrada para recibir al cliente —ella no se prostituye, sólo se dedica a guiar al cliente a donde están las prostitutas—. Mario asegura que hay chicas para todos los gustos en cuestión de medidas, país de origen y edad. Cuando escoges a la chica, sólo falta precisar el servicio que quieres. El pago se efectúa siempre antes del acto.

El Mosellan no es propiamente un burdel. Parece una cadena, las prostitutas quieren que todo sea rápido. Te dan entre 15 y 20 segundos para escoger una. Es intimidante, a menos que estés borracho. El establecimiento cambia de personal muy seguido. Es imposible llegar a conocer a una chica y sentirte cómodo. Es todo lo contrario al FKK Paradise. No hay intimidad. Nada de besos y nunca te hacen una felación sin condón".

En efecto, el FKK Paradise, que se ubica en Stuttgart, es un templo de relajación y de placeres carnales. La inmensa propiedad incluye saunas, baños turcos y mujeres hermosas en bikini y tacones de aguja. El precio es de 50 euros (1,000) la entrada e incluye la comida. Después de eso, eres libre de gastar tu dinero en lo que quieras. Cada servicio tiene una tarifa precisa.

Las chicas viven en su propia habitación dentro del recinto. La mayoría de ellas gana entre 3 y 10 mil euros al mes.

En los burdeles alemanes hay dos tipos de prostitutas. Por un lado están las jóvenes extranjeras que vienen de Europa del Este —rumanas, serbias, búlgaras de entre 16 y 21 años de edad que quieren ganar dinero fácil—. Por otro lado están las mujeres que quieren sobrevivir —madres de familia, alemanas o extranjeras—. Mario las compara con los dealers. "Hay que comer. Es un trabajo como cualquier otro".

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Las chicas viven en su propia habitación dentro del recinto. La mayoría de ellas gana bien: entre 3 y 10 mil euros (entre 60 y 200 mil pesos) al mes. Aparte la renta que pagan al establecimiento, se quedan prácticamente con todo lo que reciben de sus clientes.


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"Las prostitutas de FKK Paradise se ven cómodas, se pasean con los senos al aire y ríen mucho con los clientes", dijo Mario. "A veces terminan con hombres mucho mayores. Pero lo hacen con gusto pensando en el dinero que van a ganar. Cuando ven que llega un joven, se ven más a gusto. Es lógico".

Hace unos años, Mario quería abrir su propio burdel. "Me puse de acuerdo con unas amigas de Polonia que querían trabajar", señaló. "Pero cuando vi las condenas que recibían los padrotes, preferí no arriesgarme. Por desgracia, la prostitución no es legal en Francia. Así sería más seguro tanto para las prostitutas como para los clientes. Además, las prostitutas se hacen un chequeo médico cada tres meses".

Mario es cliente frecuente en FKK Paradise. Hace unos meses fue a la celebración de aniversario. El ambiente no tiene nada que ver con el de Villa Venezia. Hay un salón muy grande donde las chicas esperan en sillones. Su objetivo es conquistar a los clientes para acostarse con ellos. Todos los clientes tienen derecho a ofrecerle un trago a las chicas. Parece una cura termal, sólo que con chicas desnudas", confesó el francés. "Pagas 50 pesos para entrar, tienes buffet de comida y bebidas sin alcohol y acceso libre a los saunas y a los baños turcos".

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Después me explicó las diferencias entre los establecimientos que frecuenta. "En FKK, te puedes quedar una o dos horas sin tocar a las chicas. Hay días en los voy sin tener sexo y me la paso bromeando con las chicas mientras mis amigos cogen. Hay más complicidad con ellas. Y el sexo oral es sin condón".

En este lugar, las relaciones entre los clientes y las prostitutas se parecen a los noviazgos clásicos. Mario me confesó que lleva tres o cuatro años teniendo sexo con las mismas chicas. Hay veces en las que ni siquiera le cobran. "Lo más importante es el feeling. Puedes ser guapo y tener mucho dinero pero si no tienes ese feeling, las aburres. Yo soy sensible y comprensivo, por eso me tienen aprecio".

Según el especialista de burdeles, las prostitutas con formas generosas y mirada atrayente no necesariamente tienen más experiencia que las demás. "Me he topado con prostitutas que son súper coquetas a primera vista pero son muy tímidas en la cama", explicó. Cuando era más joven, Mario le entraba a todo. "Me encantaba el anal, y venirme en su cara o en su boca. Hoy en día soy un poco más calmado".

Cuando Mario regresa a casa, retoma su rutina. "Hago mi quehacer y me voy a dormir", explicó. "Las primeras veces me moría por contar mis experiencias. Cuando tienes 16 años y vas a un burdel, regresas y corres a contarle a tus amigos. Pero después se te pasa".

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