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Cultură

Aquellos lugares mágicos: las inolvidables madrugadas de psytrance en Nuevo León

La Huasteca en Santa Catarina, el Desierto de Icamole o el Cráter de Pesquería en Nuevo León, solían ser lugares inmersos de psytrance al anochecer.

Una noche de rave en algún lugar del Estado de Nuevo Léon, Wero no recuerda dónde fue.

Los raves en el Estado de Nuevo León cobraron fuerza a principios del 2000. La gente tenía mayor acceso a una laptop y podía producir su live set de música electrónica. Myspace dejaba conocer artistas que hacían psytrance como Infected Mushroom, Skazi o Void que tomaban popularidad. Así se gestó una escena y comenzaron a realizarse fiestas outdoors.

"En 2005 lo que más queríamos escuchar, bailar y disfrutar era el psytrance. Tal vez era por el ambiente de las fiestas, lo retirado de los lugares donde se hacían", recuerda Juan de 28 años, mejor conocido como "Wero", un raver que creció en las calles del municipio de Santa Catarina patinando, descubriendo DJs locales como Sagalo, Viruz o Nonefield, todo gracias a los compañeros de su preparatoria que le pasaban música nueva. "En ese tiempo los eventos comenzaron a llevarse a cabo en regiones alejadas del centro de Monterrey. En el desierto de Icamole en García, el muy querido cráter de Pesquería e incluso en zonas de Arteaga. Todo en el Estado de Nuevo León. Algunas veces llegaban a Coahuila, específicamente en Saltillo".

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Wero recuerda que en esa época, a mediados del nuevo milenio, Tavo y Omar, con quienes patinaba, comenzaron a hablarle del psytrance que se podía vivir en esos eventos.

"Cuando empecé a salir a estas fiestas fue a las que se organizaban en la Carretera Nacional, Ciénega de Flores y en la Huasteca, las más cercanas para mis amigos y yo aquí en Santa Catarina".

Wero y sus amigos en La Huasteca, Santa Catarina, Nuevo León.

Asistir a los raves de la Huasteca se convertía en un arma de doble filo. Podían ser demasiado divertidos en medio de un paisaje espectacular, rodeado de hermosas montañas, alejado de todo. O también en cualquier momento se tornaban en un ajetreo entre todos los presentes, en un caos provocado por la llegada repentina de camionetas de algún cartel del narcotráfico.

"El ambiente era demasiado tenso. Aunque te la estuvieras pasando mamalón siempre estabas preocupado de que fueran a llegar los malitos", explica Wero. "Se movía mucho LSD, tachas, mota y hasta Venadrex [jarabe para la tos]. Había dealers que se encargaban de vender estas drogas para seguir la fiesta. Por lo tanto estabas alerta. Ya tenías pensado un lugar hacía donde correr si arribaban".

Wero comenta que a él jamás le pasó algo malo. Sin embargo, algunos de sus amigos no corrieron con tanta suerte. Igualmente los organizadores solían ser amenazados.

"Rápido tenían que terminar los raves. Darles su moche. Pero ahí no acababa el miedo. Tenías que irte del lugar en chinga. Antes de que llegaran más narcos a quitarte credenciales, dinero u otras pertenencias. Ya en el peor de los casos a levantarte", recuerda Wero.

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Una fogata que se hizo en La Huasteca, durante un rave de música pyscho killer.

La época de los raves en Monterrey y sus zonas aledañas no siempre se realizaban en "La Huasca", como se le conoce a este parque ecológico apostado entre la Sierra Madre Oriental y en un tramo del Río Santa Catarina. No obstante, cuando se llevaban a cabo ahí, acontecían varios puntos específicos. Uno de ellos era en la zona llamada Guitarritas, a más de 20 kilómetros de la entrada al parque, rumbo a la presa Rompe Picos. También se hacían en diferentes ranchos dentro de La Huasteca y enfrente del rodeo, a la entrada de este lugar mágico, y donde menciona Wero, le parecía uno de los sitios más seguros, un tanto alumbrado, con uno de los pocos depósitos en el cual se podía comprar cheve toda la noche.

El horario de los raves variaba mucho. Podían comenzar a las diez-once de la noche y durar hasta después del mediodía. "Eso no era un impedimento, que ya te fueras de ahí. Si ya estabas bien prendido y de aferrado seguía más rato, hasta el anochecer con la banda que también andaba con toda la pila. Hasta que el cuerpo aguantara o se acabara la loquera", dice Wero entre risas.

A consecuencia de la violencia que vivía el estado de Nuevo León la escena electrónica tenía muy claro que necesitaban cuidarse entre ellos. Wero recuerda los años del movimiento raver más under, antes del Facebook u otras redes sociales que ponían a la luz lo que se estaba gestando en la música electrónica, específicamente en el psytrance.

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"Eran tiempos en los que mapas o croquis de dichos eventos se rolaban entre la escena dos o tres días antes", comenta Wero. "Muchas de las veces se movían por correo electrónico, MSN o la misma banda que ya se conocía se los pasaban en las escuelas y trabajos".

Posteriormente, como casi siempre sucede en cualquier estilo que tarde o temprano se pone de moda, el psytrance tuvo un enorme crecimiento. Había más eventos, más lugares y los mapas o croquis sobresalían en las redes sociales, atrayendo a gente interesada en la música o en la fiesta en general. Dice Wero que así fue como los narcotraficantes comenzaron a apropiarse de los raves y todo comenzó a venirse abajo, por miedo de que en cualquier momento llegaran en sus camionetas, armados y con la actitud de sentirse dueños de todo.

"Lamentablemente los raves tenían fama de que ahí se movía droga. La mayor parte de los asistentes consumían sustancias psicodélicas. Muchas de las veces los mismos narcos ya tenían identificados a los dealers. Sin embargo tú ya no te podías quedar tranquilo. Optabas por irte", recuerda Wero.

Su grupo de amigos —chicos de Santa Catarina y otros del municipio vecino, San Pedro— que acudían a los raves en La Huasteca y los demás recintos que tomaban para realizar sus fiestas, era demasiado unido. Hasta la fecha están juntos y en particular varios llegaron a formar parte de los DJs que se presentaban. Pero no todo fue diversión y riesgo. Ciertas experiencias no quedaron en un susto. Wero menciona que en una ocasión, a uno de ellos estuvieron a punto de llevárselo los narcos. En su casa de acampar les hallaron mariguana.

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"Se fueron sobre mi camarada el Abuelo. Lo llevaban arrastrando. Pero cuando una de las personas por las que iban [un dealer] trato de huir corriendo, lo soltaron", recuerda Wero.

Sagadelik tocando en algún lugar del Estado de Nuevo León.

En otro rave donde se presentaba James Zabiela, dice Wero que los malos llegaron a parar la fiesta, y entre todo el tumulto de gente corriendo, tratando de escapar, fue que se separaron él y sus amigos.

"Ese día confundieron a César con alguien más [otro dealer] y se lo llevaron. Al final supimos que lo dejaron con la policía", relata Wero. "Pero no sabíamos qué pedo, estábamos separados. Después de buscarlo por horas, andar preguntando por él nos imaginamos lo peor, a tal punto que decidimos ir a su casa para hablar con sus papás. Todo quedó en un gran susto. Nos marcó por teléfono diciendo que estaba en la comandancia de San Pedro".

Actualmente los raves en Monterrey son escasos. Tal vez se deba a preocupación constante que se mantiene ahí, desde que comenzaron los enfrentamientos de la guerra del narco. Wero, al último rave al que acudió fue uno el año pasado, en Icamole. Dice que había poca gente, la fiesta era muy tranquila, la banda no bailaba, el rancho estaba muy malo y no tenía nada de ese espíritu de años atrás, en los cuales el recinto se abarrotaba con más de mil personas que la pasaban en grande conviviendo, prendiendo fogatas, danzando, etcétera.

"Desde que ibas en el carro checando el croquis para encontrar la fiesta, guiándote por la música comenzaba toda la emoción. Lo importante se centraba en los DJs que se presentaban, los artistas internacionales que venían a la ciudad por primera vez o algunos que ya la consideraban como una muy buena plaza y regresaban a tocar", recuerda Wero.

"No había nada mejor que ponerte hasta el culo entre un mar de gente con la mejor vibra, mientras se contemplaba el amanecer bien high y la música de Mr. Ponce, Dolce, Sector Mind, Sagadelik, Roby, la Chemical Crew, Talamasca, Dali, System Niple, Bizarre Contact, Eskimo, Vibe Tribe y el baile continuaba, pensando que quizá jamás tendrían un final".