A propósito de los Paradise Papers, ¿qué es un paraíso fiscal y cómo funciona?
Imagen vía Alexander Scheuber/EPA.

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A propósito de los Paradise Papers, ¿qué es un paraíso fiscal y cómo funciona?

Contrario a lo que muchos creen, no todos son ilegales. Un especialista nos explicó que su naturaleza viene aparejada de ventajas y desventajas que tienen al mundo financiero en vilo.

Desde el pasado domingo 5 de noviembre, una serie de filtraciones hechas públicas por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés) han revelado información valiosísima sobre las cantidades exorbitantes de dinero que circulan en todo el mundo mediante paraísos fiscales.

Se trata de los Paradise Papers: un caso conformado por cerca de 13.4 millones de documentos procedentes de las firmas Appleby (de Bermudas) y Asiaciti Trust (de Singapur) —bufetes de abogados que brindan servicios a empresas que se constituyen fuera de sus países de origen (offshore)—, mediante los que se ha sabido de las cuentas millonarias “ocultas” de personajes como la Reina Isabel II y los cantantes Bono, Madonna o Shakira.

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A causa de ello, el término “paraíso fiscal” es llevado y traído por todos en los últimos días y constantemente es trending topic en redes sociales. Pero, ¿a qué nos referimos exactamente con este término y cómo funciona?

Paraísos satanizados

Abraham Vergara es Maestro en Finanzas, da clases en la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México y nos lo explicó de forma concisa.

Según él, se trata de lugares con economías especiales, en donde inversionistas extranjeros no pagan (o lo hacen, pero en cantidades mínimas) impuestos por mantener cuentas bancarias o crear empresas.


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El concepto está muy satanizado. Generalmente se cree que los paraísos fiscales son la corrupción por antonomasia, pero no es así. Ahí radica una de las claves para entenderlos. Hay dos tipos básicos de ellos: legales e ilegales.

Los primeros reciben capital extranjero de procedencia lícita, que paga nulos o bajos impuestos, y del que todo movimiento bancario o de intermediarios está en regla y es bien conocido por las autoridades.

Acá cabe hacer una acotación: los bajos impuestos no son de ninguna manera una práctica ilegal per se. Las tasas fijadas al interior de un país son parte de su política financiera interna y, por tanto, estas tasas pueden ser vistas como “beneficios económicos”.

Los paraísos fiscales ilegales, explica Vergara, aceptan dinero del exterior ­–sea o no de procedencia lícita– y lo ocultan a las autoridades cobijándose en una instancia conocida como “secreto bancario”, que no es más que la facultad que posee un ente financiero de no revelar datos de cuentas, así como información privada de sus clientes.

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Una distinción básica

Cuando en esta modalidad de paraíso fiscal fuera de la ley se mueve dinero de procedencia lícita (ganado mediante una actividad económica en regla), puede hablarse de blanqueo de capitales; pero si el origen del capital es ilícito (por ejemplo, cuando se trata de comercio de drogas), entra en terrenos del lavado de dinero.

Es importante hacer esta diferenciación, porque es común que se crea que ambas cosas son lo mismo. Y no es así.


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A decir del especialista, es difícil generalizar cuando se habla de repercusiones de la existencia de paraísos fiscales. No obstante, sí existe un patrón de regularidad: el país de donde se fuga el capital resulta perjudicado, mientras que el que lo recibe se beneficia.

“Es algo casi de sentido común. La nación de donde sale el recurso pierde flujo financiero, y con ello capacidad de invertir en sector público o privado; mientras que la que lo recibe lo pone en movimiento, de acuerdo a como convenga al Estado o a la institución bancaria a donde llegue”.

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