Artículo publicado por VICE México.La carrera de los miembros de las Fuerzas Armadas dio un vuelco hace más de una década. El 11 diciembre del 2006 se enteraron, por boca del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, que el país estaba en guerra y que ellos serían los encargados de combatir el crimen organizado y erradicar el narcotráfico de México. Entrenados para la batalla, soldados y marinos salieron de los cuarteles armados hasta los dientes, pero a cumplir un trabajo de policías e investigadores. El resultado: una pesadilla de la que todavía no podemos despertar.
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En las 204 recomendaciones por violaciones graves que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) envió a instituciones de seguridad entre 2007-2017, las Fuerzas Armadas han estado involucradas en 148 (113 el Ejército y 38 la Marina –la suma es superior al total porque más de una autoridad estuvo inmiscuida en algunos casos–). Los integrantes de la milicia han violentado a civiles durante la aplicación de la campaña permanente contra el narcotráfico.De acuerdo con la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), mil 069 personas han sido víctimas de violaciones graves a los derechos humanos cometidas por fuerzas del orden. En el informe Huellas imborrables: desapariciones, torturas y asesinatos por instituciones de seguridad en México (2006-2017), basado en expedientes de la CNDH, la Organización no Gubernamental explica que hay 929 personas víctimas directas de asesinato o que sufrieron desaparición forzada, tortura y malos tratos. En este desglose, 91 fueron víctimas de asesinato, 94 lo fueron de desaparición y 389 de tortura debido al actuar específico de miembros del Ejército y la Marina.En un caso paradigmático, tuvieron que pasar nueve años para que el gobierno asumiera la responsabilidad del asesinato de dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, el 19 de marzo de 2010, en medio de un tiroteo entre hombres armados y miembros del Ejército. Esto sucedió durante el mandato de Felipe Calderón. En un acto de revictimización, las autoridades los catalogaron como sicarios y alteraron la escena del crimen.
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Este martes 19, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, pidió perdón a los deudos a nombre del Estado mexicano y limpió la memoria de las víctimas. “Les ofrezco una disculpa pública por la violación a sus derechos, en el marco del uso excesivo de la fuerza, por el que fueron privados de la vida sus hijos por los elementos del Ejército Mexicano. Les ofrezco una disculpa pública por el daño a la imagen, el honor y la buena fama de Jorge Antonio y Javier Francisco, derivadas de las falsas imputaciones por diversas autoridades del Estado mexicano y por la alteración de la escena de los hechos. Jorge Antonio y Javier Francisco eran estudiantes de excelencia, no sicarios”.
Juegos de guerra: el misterioso búnker que Felipe Calderón montó en el sótano de Los Pinos.
Al margen de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas por sus tropas, la guerra contra las drogas también fue perjudicial para la milicia mexicana. En más de 12 años de guerra contra el narco han muerto 543 personas integrantes del Ejército y la Fuerza Aérea. A ellos habría que sumar 54 marinos muertos en el sexenio de Felipe Calderón, de acuerdo a una investigación de El Economista, y 152 durante el periodo de Enrique Peña Nieto, según el portal Defensa.En total: 749 miembros de las Fuerzas Armadas perdieron la vida en el combate al crimen organizado durante los dos sexenios pasados.
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Armas de fuego, primer causa de muerte
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Son personas, al igual que las víctimas de la violencia, que tampoco pidieron una guerra y a quienes una estrategia de seguridad fallida les quitó la vida. En el 70 por ciento de los casos se trataba de soldados y cabos, los dos rangos más bajos en las tropas militares y los de menores ingresos mensuales.De acuerdo con la relación de personal fallecido durante la guerra contra las drogas, uno de cada dos militares muertos fue por una agresión con arma de fuego. Los datos de la Sedena analizados por VICE muestran que en 15 casos también murieron a causa de un arma de fuego, aunque la muerte fue reportada como accidente. Además, los reportes oficiales señalan que 31 militares fueron asesinados directamente.
El norte, zona de guerra
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Esos tres estados suman 179 militares sin vida, pero ninguno es tan peligroso para las fuerzas castrenses como Tamaulipas. En la entidad fronteriza, hermanada con Texas, Estados Unidos, se vivió una guerra abierta de tres frentes: el Ejército, apoyado de las policías locales y federales; al cártel del Golfo y el cártel de los Zetas. El resultado fue que en doce años murieron 131 personas adscritas a las fuerzas armadas, principalmente cabos y soldados en el municipio de Reynosa.
Enrique Peña Nieto se lleva la medalla de oro en impunidad.
La primera agresión con arma de fuego que les costó la vida a un militar durante la guerra contra las drogas fue precisamente en territorio tamaulipeco, en Nuevo Laredo. El 10 de enero del 2007 el conflicto comenzó a encrudecerse con el asesinato de un sargento segundo. Era conductor y pertenecía al regimiento de caballería motorizado de la ciudad.Con su muerte se desencadenaron otras 271 de integrantes de la milicia en 12 años en todo el país. La última registrada también ocurrió en Tamaulipas, pero en Nueva Ciudad Guerrero. Ahí murió un cabo que daba servicio en área de sanidad dentro del regimiento de caballería motorizado.Tamaulipas es el estado donde se presentaron más ataques con arma de fuego contra integrantes del Ejército: Fueron 93 personas muertas. Mientras que en Sinaloa se contabilizaron 30, en Guerrero 24 y en Michoacán 23 personas fallecidas, de las que fríamente llaman bajas en acción.
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La primera agresión con arma de fuego que les costó la vida a un militar durante la guerra contra las drogas fue precisamente en territorio tamaulipeco, en Nuevo Laredo. El 10 de enero del 2007 el conflicto comenzó a encrudecerse con el asesinato de un sargento segundo. Era conductor y pertenecía al regimiento de caballería motorizado de la ciudad.Con su muerte se desencadenaron otras 271 de integrantes de la milicia en 12 años en todo el país. La última registrada también ocurrió en Tamaulipas, pero en Nueva Ciudad Guerrero. Ahí murió un cabo que daba servicio en área de sanidad dentro del regimiento de caballería motorizado.Tamaulipas es el estado donde se presentaron más ataques con arma de fuego contra integrantes del Ejército: Fueron 93 personas muertas. Mientras que en Sinaloa se contabilizaron 30, en Guerrero 24 y en Michoacán 23 personas fallecidas, de las que fríamente llaman bajas en acción.
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Emboscadas grupales
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En los reportes de la Sedena dan cuenta del ataque que sufrieron las Fuerzas Armadas en Casimiro Castillo, Jalisco, el 1 de mayo del 2015. En aquella ocasión, integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) derribaron un helicóptero y asesinaron a ocho militares. Las personas fallecidas eran un equipo de élite formado por las fuerzas especiales y el escuadrón aéreo, quienes habían sido enviados a la zona como parte de la Operación Jalisco.
Se los llevó la corriente: muerte sin balas
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La persona fallecida era un soldado arma blindada y pertenecía al regimiento blindado de reconocimiento. Su muerte se produjo sin armas de por medio, ya que murió ahogado en las primeras acciones en territorio michoacano y no fue el único que pereció de esa forma. A lo largo de la guerra contra las drogas, 14 personas del Ejército y Fuerza Aérea también murieron ahogadas en los estados de Sinaloa, Sonora, Durango, Jalisco y Guerrero.Durante las operaciones, los soldados también han enfrentado al rigor de la naturaleza, como soportar las lluvias en la selva del sur o el sol de la sierra. En 2017, en el municipio de San Miguel Totoloapan, Guerrero, un batallón integrado por ocho personas de la Policía Militar no pudo contra la fuerza de un río crecido por la tormenta y murió arrastrado por la corriente.En otra ocasión, en 2007, un soldado de infantería murió deshidratado en Badiraguato, Sinaloa. Dos años después, también en Sinaloa, pero en el municipio de Bacubirito, un soldado de artillería corrió la misma suerte y murió por un golpe de calor, lo mismo que un cabo en el municipio de Lázaro Cárdenas, en Michoacán.En los informes la Sedena también informa que nueve militares que murieron atropellados y ocho perdieron la vida por culpa de una caída. Cuatro soldados, entre ellos un cadete de la Fuerza Aérea, murieron debido a una descarga eléctrica, mientras que un teniente murió en Atlixtac, Guerrero, por intoxicación. Todos estos incidentes sucedieron siempre en medio de trabajos antidrogas.
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Los de abajo siempre pierden
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