Moldavia actualmente es el país más pobre en Europa. Se independizó de Rusia en 1992 y desde entonces ha tenido muy poca cobertura de los medios. Me pareció un lugar curioso y desconocido, así que decidí ir a fotografiarlo.Como Moldavia es una zona fronteriza pequeña entre Ucrania y Rumania, su estabilidad económica está sufriendo todavía más por la guerra civil en Ucrania. Los acuerdos entre Rusia y Ucrania para el comercio de productos agrícolas y quedaron anulados. Esto redujo las posibilidades de empleo y fomentó que la generación más joven prefiera irse a Europa y Rusia en busca de empleo, de un futuro mejor o para mandar dinero a sus seres queridos. Esta misma generación a menudo tiene que dejar a sus hijos al cuidado de sus abuelos, en internados o incluso abandonados.
Publicidad
Se desataron protestas y manifestaciones contra la corrupción del país después de que una crisis bancaria logró captar la atención de los medios de comunicación pero la nación sigue dividida entre los que están a favor de los europeos y que están a favor de los rusos.La vida en Moldavia rural nunca había sido tan difícil como hoy. En el transcurso de varios años, he visitado el país en varias ocasiones para fotografiar a los niños en su vida cotidiana. Durante mi última visita, me quedé con los Gradinaris, una familia fantástica con seis niños que son la personificación de la generosidad, la honestidad y el orgullo del pueblo moldavo. El padre trabaja en Rusia y la madre trabaja en la granja familiar pero aun así es difícil conseguir dinero para comprar semillas. Los niños trabajan y ayudan en lo que pueden.A pesar de los pronósticos sombríos para el país, vi a los niños en momentos de felicidad. Emprendían aventuras, hacían burbujas, creaban patines improvisados y se vestían como princesas. Quedé impactado por lo fuerte que puede ser la pureza de la niñez y por la increíble resistencia de un país con tantos problemas.Texto por Francesca Cronan.
Visita la página de Asa Sjöström para ver más de sus fotografías.