En fotos: disfraces, música y barbacoas para esperar el paso del Tour
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En fotos: disfraces, música y barbacoas para esperar el paso del Tour

Las horas previas al paso de los corredores del Tour se pueden hacer eternas, pero hablamos con algunos aficionados que nos cuentan que en realidad esa es la mejor parte del día.

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Viajar desde Colombia con toda la familia para animar diez segundos a Nairo Quintana mientras sube a Arcalís y sigue pegado a Chris Froome. Vivir más en la furgoneta siguiendo el Tour y la Vuelta —¡más de 40 años!— que en casa. Pasar frío a casi 2 000 metros en una tienda de campaña para animar a tus ídolos.

Todo esto solo se puede hacer por una cosa: el ciclismo. Este es el corto pero significativo testimonio de cinco grupos de aficionados que se desplazaron a la estación de esquí de Ordino-Arcalís (Andorra) para presenciar la novena etapa del Tour de Francia.

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Esta familia de trece son de Colombia —por si no había quedado claro con las banderas— y viven allí. Han viajado a Andorra para animar a Nairo Quintana y tenían la sensación que el colombiano haría algo grande en la ascensión a Arcalís. Quintana no ganó, pero tampoco perdió tiempo respecto a Froome y sigue a solo 23 segundos del británico.

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"Nos gusta el ciclismo y queremos animar a nuestro chico, por eso hemos venido", explica el padre de familia, dando por sentado que este ya es motivo suficiente para coger un avión, pegarse más de 10 horas de vuelo y esperar otras tantas a que pase su ídolo. "Aparte, visitaremos otros sitios de Europa como París o Barcelona, pero el objetivo principal era jalear a Nairo".

José Pérez, valenciano, es parte de la historia viva del Tour de Francia. Lleva más de 40 años siguiendo el Tour y la Vuelta y la mayor parte del pelotón le conoce; en su época incluso trabó amistad con Miguel Indurain i Perico Delgado.

José y su mujer —la señora que está tapándose del sol con un paraguas que obviamente es del Tour— son conocidos como los Urries Leales, por el pico Urriellu, y a pesar de animar a todos y cada uno de los ciclistas que pasan, llevan unos años apostando fuerte por Alberto Contador.

En cada edición del Tour aprovechan para animar en dos o tres etapas y aseguran que "el ambiente cada año va a mejor porque se multiplica". José fue ciclista de juvenil, igual que su padre y su primo: de ahí la gran afición por este deporte.

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Me contaron mil anécdotas de cada una de las ascensiones que han presenciado; estoy seguro que cuando la lluvia arreció, fueron de los que se quedaron de pie, empapándose, hasta que pasó el último ciclista del pelotón.

Lluís, Eric y Martí son tres aficionados de Arenys de Munt (Barcelona) que pueden representar a muchos de los que estaban en Arcalís para ver la etapa. Dejaron el coche en la Seu d'Urgell, antes de la frontera andorrana, y subieron en bicicleta hasta la línea de meta. Después bajaron a buscar un buen sitio y esperaron.

"Lo hacemos cuando podemos, cuando cae en fin de semana o tenemos vacaciones", comenta Lluís. "Siempre nos planteamos ir a hacer una ascensión en los Alpes y ver el ambiente allí, pero es más difícil porque está lejos y es mas caro", añade Martí.

"Lo bueno de estar aquí es el ambiente, hacer deporte y conocer gente, lo malo es que no ves la etapa, pero nosotros la grabamos y la vemos después", cuenta Eric.

Chanclas, calcetines amarillos y piel color blanco nuclear: sí, lo has adivinado, estos dos chicos no son andorranos. Han venido de Noruega para ver el Tour y no es la primera vez que lo hacen. "Cada vez que venimos vemos tres o cuatro etapas, así aprovechamos el viaje", explica Henning Maehle.

"En Francia hay mucho ambiente, aquí en Andorra también y es porque está lleno de catalanes y vascos, son los que hacen más ruido y son los más divertidos", asegura Maehle. Los noruegos y los daneses están aprendiendo a hacerse notar y el grupo de Henning y unos compatriotas daneses que estaban un poco más abajo pusieron color a la etapa mientras caía granizo y llovía a cántaros.

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Estos jóvenes de Lleida también pueden representar a muchos de los aficionados de la ronda ciclista más célebre. Llegan la noche anterior a la ascensión, montan una tienda, una carpa, cuatro sillas y una barbacoa: esto es todo. Alguno de ellos también va en bici y aprovecha las horas previas a la llegada de los corredores para hacer una parte de la etapa.

"Llevamos seis años haciendo esto y solo vemos una etapa por año. Nos gustan los finales en alto aunque esto es sinónimo de frío y en la tienda lo pasas mal", cuenta Alex. Solo siguen el Tour porque (desgraciadamente) las vacaciones no son eternas y prefieren ver la ronda gala a la Vuelta.

Su barbacoa, a pesar de parecer pequeña, era la envidia de muchos aficionados que subían a pie con un bocata hecho la noche anterior —de estos que se te quedan como un chicle, ya sabes.

Los aficionados se están horas esperando la llegada de los ciclistas pero la clave es ir con amigos, montarse un buen tenderete y dar la nota. Animar a todo el que pase en bici, escuchar música o hacerse con un megáfono.

Hay quien está harto de la animación de los jóvenes aficionados y aprovecha la espera para echarse una cabezadita. No hay peligro de dormirse y no ver el paso de los corredores: la caravana publicitaria previa es todo un festival de música y color… así que te despertarán a tiempo.