Cinco razones por las que no vamos a extrañar al procurador

El 7 de septiembre de 2016, el Consejo de Estado anuló la reelección del procurador Alejandro Ordóñez. Su salida tendrá consecuencias políticas. Las razones, para no aburrirlos mucho, tienen que ver con el proceso de votación que lo eligió por segunda vez. Haciéndolo fácil: lo postularon unos magistrados de la Corte Suprema de Justicia y luego votaron por él senadores de la República que tenían familiares en la Procuraduría. Una cuestión de favores, que no es válida en una democracia.

Razones jurídicas a un lado, les doy cinco temas por los cuales yo no lo voy a extrañar.

¿Se me unen?

Desde su llegada a la Procuraduría, Alejandro Ordóñez se convirtió en uno de los mayores opositores al matrimonio igualitario y a la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Oposición que llegó lejos.

En 2013, por ejemplo, emitió una circular en la que 'exhortaba' a jueces y notarios a que se abstuvieran de formalizar las uniones de parejas del mismo sexo, si esto violentaba su derecho a la objeción de conciencia. Y a las autoridades a que respetaran "las funciones del legislador" y se abstuvieran "de crear e imponer instituciones jurídicas inexistentes y, mucho menos, en desmedro de los derechos fundamentales y de la protección integral que, de conformidad con la Constitución, se debe brindar al matrimonio y a la familia".

Cuando se aprobó la adopción por parte de parejas del mismo sexo, Ordóñez salió a decir que estábamos "ante un drama moral sin antecedentes. Hoy todo vale en contra de la familia, hoy todo vale en contra del matrimonio, en contra la vida, y ahora todo vale en contra de los niños, porque se privilegiando el derecho de los adultos, y se entregan los niños a manos no idóneas para la crianza y la educación".

Ordóñez ha hecho hasta lo imposible para que los fallos a favor de la población LGBTI o no se cumplan o se anulen. A tal punto que la Corte Constitucional, a mediados del año pasado, lo regañó, digamos, y le dijo que no podía imponer su visión sobre el matrimonio igualitario. "Ningún sujeto puede pretender imponer su criterio ni acallar las voces de los demás intérpretes", sostuvo el alto tribunal.

Como se sabe, en 2006 la Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres ocasiones: peligro para a salud de la madre, malformaciones que hagan inviable la vida del feto y cuando el embarazo sea producto de una violación. En este tema, la Corte Constitucional también le ha llamado la atención al procurador, quien se ancló en el tema de la objeción de conciencia de las instituciones para negar ese derecho.

En 2010, ante su negativa a acatar un fallo relacionado con el aborto, el alto tribunal le dijo que si su rechazo era por cuestiones morales, "debería expresarlo fundadamente y apartarse para que otro funcionario público los cumpliera y no obstaculice su cumplimiento".

Lo dijo la representante a la Cámara, Angélica Lozano: "La Corte lo ha dicho una y otra vez pero el Procurador, en su obsesión con la sexualidad de las mujeres, insiste en hacerse el que no entiende: la objeción de conciencia es individual, las personas tienen conciencia, no las instituciones". Y eso que el del aborto es apenas uno de los debates en los que el procurador ha intentado meter la cucharada e imponer sus creencias religiosas, en desmedro de los derechos sexuales de las mujeres y de la sociedad, en general.

A mediados del año pasado, el jefe del Ministerio Público se opuso abiertamente a la eutanasia al asegurar que morir dignamente no era un derecho y que, en cambio, "quitarle la vida a alguien por las razones que sean constituye una injusticia".

El caricaturista del diario El Tiempo, Julio César González, Matador, hijo de la primera persona a la que se le practicó la eutanasia en Colombia, Ovidio González, un hombre que sufría una enfermedad que le ocasionaba sufrimiento permanente, sostuvo al respecto que Ordóñez no hacía sino recurrir al miedo como argumento en contra de la eutanasia . Matador, después de que su padre se sometiera al procedimiento, publicó luego una caricatura en la que se burlaba, a su manera, de la posición de Ordóñez respecto a este procedimiento. En ella se ve a su padre, Ovidio González, diciendo "La eutanasia te da alas", mientras se dirige, volando, al paraíso. Ordóñez, desde abajo, grita "¡No!", desesperado.

Frente al proceso de paz, el procurador ha dicho en reiteradas ocasiones que este viola los derechos de las víctimas y promueve la impunidad. Ha señalado, incluso, que el gobierno ha tratado de favorecer a las Farc con algunas decisiones como, por ejemplo, la de finalizar las aspersiones con glifosato. Dijo que con esta decisión Colombia se iba a convertir en un mar de cocaína. No me olvido, tampoco, su posición frente a la restitución de tierras, denunciada por León Valencia, que, dice Ordóñez, afecta a los poseedores de buena fe que, sin saberlo, adquirieron tierras sin saber que fue despojada a campesinos.

"Las permanentes flexibilizaciones en esa materia han generado un aumento desproporcionado en el consumo drogas con todos los efectos sociales", dijo Ordóñez frente a un fallo de la Corte Suprema de Justicia que indicaba que dosis mínima era exactamente lo que necesitaba una persona para su consumo habitual. El procurador no ha escondido nunca su rechazo al consumo de estupefacientes y en varias ocasiones ha dicho frases tales como que tal "se la fumó verde" o como cuando dijo que muchos periodistas se dedicaban a estigmatizarlo "entre pase y pase y entre porro y porro".

Aunque el 'yo te elijo, tú me eliges' o el 'yo te elijo y tú contratas a un familiar mío' no es una costumbre exclusiva del procurador Ordóñez, el jefe del Ministerio Público le abrió la puerta de la Procuraduría a muchos familiares de magistrados de las altas cortes y congresistas que, en ocasiones, tuvieron que ver con su nombramiento. La Silla Vacía publicó, en 2012, ad portas de su reelección, que, para ese momento, Ordóñez tenía en la Procuraduría a familiares y amigos de 31 senadores y 9 exsenadores y de 22 magistrados y exmagistrados de altas cortes.

Por todo esto, no lo extrañaremos.