Historias de la frontera: Ciudad Juárez y El Paso

FYI.

This story is over 5 years old.

Historias de la Frontera

Historias de la frontera: Ciudad Juárez y El Paso

Un recorrido por la vida de los diferentes personajes que viven en ambas ciudades de esta zona divisoria.

Desde hace unos meses las declaraciones del presidente Donald Trump sobre construir un muro entre México y Estados Unidos han sido apoyadas por algunos sectores de la población estadounidense.

Para conocer de primera mano la viabilidad y la pertinencia de esta propuesta, durante cinco semanas rodamos en bicicleta gran parte de los 2,400 kilómetros que dividen México y EU, documentando parte de nuestro viaje y buscando entender la vida en la frontera. Éstas son algunas de las historias de las personas que viven en esta región.

Publicidad

— José y Andrés de Border Stories Project.

I

Antes de llegar a las ciudades de El Paso y Juárez, pasamos una noche en Van Horn y otra en Sierra Blanca, Texas. Nos contaron algunas historias interesantes sobre gente que podríamos conocer en ambos lugares, como la historia de una señora que cría lobos en su casa, en Sierra Blanca. Sin embargo, esos dos días no hicimos mucho más que rodar, comer y dormir.

El trayecto de Sierra Blanca a El Paso, aunque de bajada, fue de los más largos de nuestro recorrido, con aproximadamente 150 km. Después de unas 11 horas de trayecto, contando paradas, llegamos a El Paso, donde nos hospedamos en un buen hotel y pudimos tomar un buen baño y tener sábanas limpias. Al día siguiente, por la mañana, visitamos el Consulado Mexicano y coincidimos con el escultor y empresario Sebastián. Sebastián es de Chihuahua y siempre ha tenido gran interés por la vida fronteriza. Nos platicó de las múltiples esculturas que tiene en la zona de la frontera y de sus proyectos: uno de ellos consiste en escribir MÉXICO con esculturas a lo largo de la frontera mexicana. Quiere generar "puertas" en lugar de límites. "La M estaría diseñada para Mexicali, la E probablemente en Nogales y la X ya está en ciudad Juárez", comentó. El escultor busca que sus esculturas estén al alcance y disfrute de todos.

Dormimos casi todas las noches en Ciudad Juárez y diario cruzamos a Estados Unidos. Nuestra primera tarde en Juárez visitamos el periódico El Diario donde Gabriela nos recibió acompañada de Luz del Carmen y Rocío. Las tres son periodistas y fundadoras de la Red de Periodistas de Juárez. Luz del Carmen estaba regresando de Las Varas, Chihuahua, para reportar un enfrentamiento entre bandas criminales en donde fallecieron 26 personas. Era viernes y se notaban algo cansadas. El trabajo en la Red es voluntario y organizan talleres para sus colegas periodistas relacionados con el acceso a datos públicos, seguridad en la cobertura periodística, manejo de las emociones, cuidado propio, etcétera. A pesar de todo su trabajo y entrega por generar buen periodismo, no son muy optimistas sobre el futuro del periodismo de calidad en los medios impresos de Juárez y la región. Los recientes ataques contra los periodistas y la crisis que viven los medios impresos no les permiten tener una perspectiva positiva sobre su trabajo. Sin embargo, las ganas por comunicar e informar hacen que los constantes desvelos y muchas horas de trabajo valgan la pena para valorar su profesión.

Publicidad

En Juárez, la familia Méndez Lafón nos hospedó en su casa. Desde la ventana de la habitación de los hijos, Javier y Jaime, veíamos el muro que separa a los dos países. Debemos de agradecer que nos dejaran dormir en su habitación, la cual tiene muchas figuras originales de los personajes de Star Wars, perspectivas de arquitectura que Jaime colecciona y libros de animación digital, la pasión de Javier. La familia Méndez Lafón es muy unida: muchos de sus familiares más cercanos viven en El Paso y constantemente se ven en alguna de las dos ciudades para comer o celebrar algún evento familiar.

Tere, la madre de Jaime, Javier y Tere, trabaja como maestra de secundaria. Nos comentó que varios niños estadounidenses cruzan todos los días a México para asistir la escuela donde trabaja. "La escuela tiene un muy buen nivel académico y para los padres de estos niños es importante que aprendan español", comentó Tere. "Afortunadamente, la violencia ha disminuido y eso hace que más gente visite nuestra ciudad", comentó Jaime, el padre. Por ejemplo, según el INEGI, de 2008-2011 se registraron más de 1,500 homicidios al año (casi 4,000 en 2010) y de 2012-2016 fueron disminuyendo hasta 147 en 2016.

En los tiempos de mayor violencia Jaime logró mantener su negocio, una tienda de materiales para construcción, a pesar de las múltiples extorsiones a las que se enfrentó. Nos contaron muchas historias sobre familiares y amigos que se mudaron a Estados Unidos o a otras ciudades en México como consecuencia del crimen. Para nosotros, Juárez resultó ser un lugar tranquilo y con movimiento en las calles, principalmente las del centro histórico. Un domingo realizamos diferentes actividades turísticas obligadas: visitamos la casa de la madre del Divo de Juárez, después bebimos una margarita en el Bar Kentucky (se dice que fue en ese bar donde se inventó la margarita en la época de la prohibición cuando Al Capone traficaba alcohol desde México) y más tarde observamos como varias parejas con vestimenta de pachucos bailaban rock con música en vivo.

Publicidad

Juárez nos dejó con ganas de volver, sobre todo por sus alrededores montañosos y su fama por tener muy buenas rutas para rodar. La gente nos platicó que hay muchas carreras de ruta y en montaña, y una cultura ciclista en crecimiento, lo cual nos hizo pensar en regresar a explorar.

II

En otra visita a El Paso, conocimos a Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos. Fernando trabaja con migrantes indocumentados y considera que desde la administración del presidente Reagan la frontera entre México y Estados Unidos se ha militarizado cada vez más. Fernando nos explicó que en la década de 1980 muchos inmigrantes indocumentados llegaron a Estados Unidos y desde entonces las capacidades humanas y tecnológicas de la Patrulla Fronteriza han aumentado considerablemente. Además, Fernando explicó que esta tendencia se incrementó después del 11 de septiembre cuando el tema fronterizo se convirtió en un asunto de seguridad nacional con la incorporación de la Agencia de Aduana y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) al Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés). Decepcionado, Fernando expresó, "hoy en día, la frontera entre Estados Unidos y México es una de las fronteras más militarizadas entre dos países que no están en guerra y la narrativa de Trump de expandir el muro no indica que la militarización disminuya".

No obstante, el muro no sería la medida más eficiente para detener la migración ya que "el 40 por ciento de los mexicanos indocumentados que viven en los Estados Unidos entraron al país con visas", comentó Fernando. Por otra parte, durante los últimos tres años, la Red ha organizado un evento conocido entre los habitantes de las dos ciudades como "Abrazos, no muros", el cual consiste en reunir en un punto intermedio de la frontera a varias personas para que durante unos minutos puedan darse un abrazo con sus familiares a los cuales muchos no han visto en meses o años.

Publicidad

A pesar de las divergencias con las autoridades migratorias, desde hace algunos años organizaciones como la de Fernando trabajan con la Patrulla Fronteriza para identificar oportunidades que beneficien a ambas partes. Para saber más sobre el tema, en el camino del El Paso a las Cruces, Nuevo México, nos reunimos con la agente Lorena de la Patrulla Fronteriza y su compañera, Irene. Lorena tiene ascendencia mexicana y la familia de Irene ha vivido en San Antonio, Texas, desde hace generaciones.

Bebimos un café y nos platicaron cómo trabajan con organizaciones, migrantes y autoridades para garantizar la seguridad y el buen trato hacia los migrantes de la zona. Dicha cooperación ha dado buenos resultados, aseguran. Ellas corroboraron lo que Fernando nos había comentado antes, "en el año 2000 identificamos cientos de abusos físicos, psicológicos y raciales, y el 70 por ciento de los incidentes estaban relacionados con la Patrulla Fronteriza. En 2010, después de organizar talleres, conferencias y mesas de trabajo con ellos, las quejas se redujeron a 30 por ciento".

"Me gusta mucho mi trabajo, pero a veces es muy triste", nos contaron. Parte del acuerdo que se tiene entre los gobiernos de México y Estados Unidos es impedir que migrantes de América Central y del Sur ingresen a territorio estadounidense por México. Por eso, agregaron, identifican a muchos migrantes que no tienen visa en los retenes en la central de camiones, y los tienen que deportar. "La mayoría son gente buena y con una vida difícil", continúan. "Muchas veces son personas salvando sus vidas del crimen organizado o que buscan reunirse con sus familiares. Se me ha quebrado el corazón múltiples veces cuando la gente me dice que prefieren morir a regresar a sus países".

Rumbo a las Cruces, Nuevo México, pasamos con nuestras bicis por el control migratorio en El Paso. Las Cruces es una ciudad pequeña que ofrece muchos atractivos a sus alrededores, además de que cuenta con un ambiente universitario y arquitectura tipo "Pueblo Deco". Visitamos la oficina de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), donde Brian Erickson, estratega en políticas públicas para la frontera, nos explicó que las actividades de su oficina incluyen investigación, cabildeo en Washington DC, y el acercamiento con comunidades migrantes para informarles sobre sus derechos. Ahora trabajan para que la Patrulla Fronteriza publique sus estadísticas de detención por raza. La ACLU es uno de los actores más interesados en el castigo de Joe Arpaio, el ex sheriff racista del condado de Maricopa, Arizona, a quien el presidente Trump recientemente ofreció un perdón presidencial por delito de desacato ante una orden de una Corte Federal. Las acciones que el ex alguacil llevó a cabo en contra de migrantes indocumentados fueron polémicas y lamentables.

Después de la entrevista fuimos por un café, empacamos nuestras bicis y tomamos un autobús rumbo a Tucson, Arizona. Contrario a México, viajar en autobús resulta más incómodo en Estados Unidos, especialmente al considerar la relación precio-calidad y la oferta de rutas. Pasada la media noche llegamos a nuestro destino, desempacamos nuestras bicis y comenzamos a rodar rumbo a Nogales.

Conoce más de Border Stories Project aquí.