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Un regalo para Chile: qué hay detrás de la mayor donación de tierras del mundo

La viuda del millonario ecologista y fundador de The North Face, Douglas Tompkins, explica a VICE News porqué quiere donarle al estado chileno una superficie del tamaño de Andorra. Las claves de una oferta no exenta de polémica.
Parque Nacional de Pumalín en Chile
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Hace unas semanas, Kristine McDivitt Tompkins, viuda del millonario ecologista Douglas Tompkins, ingresó con paso firme al Palacio de la Moneda en Chile para hacerle al Estado una oferta imposible de rechazar.

A diferencia de tantas visitas intimidatorias que recibió en su historia la sede presidencial, esta vez la mujer en cuestión traía un regalo. "Vengo a hacer la mayor donación privada de tierras a nivel mundial", le dijo a la presidenta Michelle Bachelet.

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La señora de Tompkins no exagera: se trata de una superficie de 410.000 hectáreas — equivalente en tamaño al Principado de Andorra— en plena Patagonia, con bosques nativos, lagos y una millonaria inversión en infraestructura para el turismo. Todo idílicamente enmarcado por la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico.

"Junto con mi esposo compartimos la misma visión de que debíamos pagar nuestro alquiler por vivir en este planeta y que la adquisición de tierras para la conservación era la mejor respuesta para enfrentar la crisis ambiental y el mejor legado que podemos dejar", explica McDivitt desde Chile, en diálogo con VICE News. Y agrega: "Qué mejor forma para lograrlo que mediante la creación de Parques Nacionales, el instrumento más efectivo y democrático de conservación en el mundo".

La únicas dos condiciones que pone la titular de la fundación Conservación Patagónica para realizar el traspaso es que los territorios se destinen únicamente a su conservación y que el Estado chileno contribuya a su vez con casi 1.000.000 de hectáreas de tierras fiscales para crear así una gigantesca red de áreas protegidas.

Kristine McDivitt Tompkins en una imagen con su difunto marido Douglas Tompkins. (Imagen cedida por Kristina McDivitt)

Si se llega a un acuerdo, McDivitt habrá cumplido el sueño de su esposo 'Doug', el acaudalado conservacionista, filántropo y ex dueño de las marcas de indumentaria The North Face y Espirit, quien murió de hipotermia el pasado 8 de diciembre en un accidente de kayak en las gélidas aguas del lago Carrera, durante una travesía en la región del Aysén.

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Para la activista, que junto a su esposo adquirió y restauró casi 800.000 hectáreas para su conservación, "las organizaciones privadas pueden hacer una buena labor pero no son eternas, sin embargo el Estado y sus Parques Nacionales sí perduran".

Incluso, sostiene que apostar a la creación de áreas protegidas es negocio para los países. "La inversión en parques es la más rentable que puede hacer un gobierno", dice. "En Estados Unidos, por cada dólar que el Estado invierte en parques nacionales retornan 10 dólares a las arcas fiscales. No hay dónde perderse", ejemplifica.

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Con semejante oferta sobre la mesa, en el gobierno chileno aún reina la cautela. Cómo si se tratara de un regalo demasiado bueno para ser real, se creó una mesa de trabajo integrada por los ministerios de Agricultura, Bienes Nacionales y Economía, junto a representantes del equipo de los Tompkins, para analizar a fondo los detalles de la propuesta.

Según reconocen ambas partes de la negociación, el acuerdo definitivo podría llegar recién sobre el final del segundo mandato de Bachelet, en 2018.

Lejos de irritarse, McDivitt parece manejarse con tiempos distintos a los de la política; quizás, más acordes a los de la naturaleza: "Siempre hay piedras en el camino, como en cualquier deliberación, pero esperamos ir despejando las dudas y esa también es la voluntad del gobierno, pues desde la presidenta hacia abajo han visto que la propuesta es positiva para el país y una oportunidad histórica", sostiene confiada la californiana de 66 años.

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Imagen del Parque Nacional de Pumalín en Chile. (Imagen vía Kristine McDivitt Tompkins)

A contracorriente

Si bien la conservación a gran escala en manos privadas es habitual en otros países del mundo, Douglas Tompkins y su esposa tuvieron que superar fuertes resquemores tanto en Chile como en Argentina cuando empezaron a comprar campos en 1991.

Desde distintos sectores tanto políticos como sociales los acusaron de esconder espurios intereses detrás de sus proyectos conservacionistas. Se los llegó a acusar de planear la creación de un nuevo estado sionista y hasta de desarrollar vacas transgénicas.

Uno de sus más acérrimos críticos fue el ex ministro del Interior, Belisario Velasco, quien en declaraciones a la prensa apuntó a Tompkins, incluso después de su muerte, por "no respetar las leyes chilenas" y por ejercer "presiones ilícitas sobre los colonos" en la Patagonia.

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Sin embargo, con el tiempo la contundencia de los hechos fue permeando en la opinión pública. La donación de 85.000 hectáreas para la conformación del Parque Nacional Corcovado, en 2005, y recientemente la de 39.000 para el Parque Nacional Yendegaia, terminó acallando las críticas.

Al respecto, McDivitt cree que, aparte de las masivas demostraciones de afecto que recibió al fallecer su esposo, quizás el mayor reconocimiento al legado de Tompkins haya sido el gesto del Senado chileno, que impulsó el otorgamiento de la nacionalidad chilena por gracia de manera póstuma.

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"Tompkins dejó de lado su actividad empresarial y optó por el medio ambiente, la conservación y la restauración", sostuvo el socialista Juan Pablo Letelier durante su intervención en el Congreso. "No fue muy comprendido en su momento, pero hoy está fuera de discusión el hecho de que es alguien que hizo mucho por Chile y dejó un legado importante", zanjó el dirigente.

Consultada por VICE News, Sara Larraín, titular de la ONG Chile Sustentable y una de las voces ambientales más reconocidas del país, opinó: "El trabajo de Tompkins en Chile y Argentina ha sido crucial para impedir la explotación de ecosistemas de bosques prístinos y humedales de importancia global, que de lo contrario habrían sido destruidos por el avance de la industria forestal y la ganadería extensiva".

Respecto al legado que deja su esposo, McDivitt prefiere no medirlo solo por la donación de tierras que él realizó en vida y que ella busca seguir realizando en su nombre, tanto en Chile como en Argentina.

"Los parques sin duda alguna son el gran testimonio de su legado, pero sus ideas, determinación y convicción en todo lo que hacía, seguirá inspirando a mucha gente en el tiempo venidero", dice la activista. Y concluye compartiendo una de enseñanzas predilectas de su esposo: "Doug me recordaba siempre que cuando enfrentamos crisis extremas como la del cambio climático global o la extinción de especies, la soluciones requeridas deben estar a la altura del problema. ¿No cree?".

Sigue a Manuel Torino en Twitter: @manutorino

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