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Cómo respondió la ciudad alemana de Ansbach al ataque suicida del domingo

El ataque terrorista es el tema de la mayoría de las conversaciones, pero el asunto se trata con una actitud tan relajada que es casi espeluznante.

Flores en la escena del crimen.

Este artículo fue publicado originalmente en VICE Alemania.

El apartamento de Antonia Kourtides en Ansbach se encuentra a pocos metros del lugar donde un atacante suicida hirió a 15 personas la noche del domingo, cuando detonó explosivos en su mochila a las afueras de un festival de música. Antonia, de 21 años, se encontraba leyendo en su estudio la noche del domingo, cuando fue sorprendida por una fuerte explosión. "No hubo gritos provenientes de esa dirección, por lo que supuse que eran sólo adolescentes locales que jugaban con fuegos artificiales. Pero cuando vi el ajetreo de los bomberos y policías afuera de mi ventana, me di cuenta de que tenía que ser algo más serio", relató. "Por supuesto, una de las primeras cosas que vienen a la mente estos días, cuando se trata de este tipo de casos, es el terrorismo".

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La explosión ocurrió alrededor de las 10 PM, muy cerca de la entrada del festival de música Ansbach Open 2016, que atrajo a más de 2,000 visitantes de toda Alemania durante el fin de semana. Hoy fue descubierto un video en el teléfono del atacante suicida que mostraba como el joven sirio de 27 años juraba lealtad al Estado Islámico y prometía vengarse de Alemania "por interponerse en el camino del Islam".

El ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, dijo en una conferencia de prensa en Berlín que el atacante tenía que volver a Bulgaria —donde había obtenido en primera instancia la condición de refugiado— pero que su deportación fue retrasada cuando presentó documentos que probaban la existencia de problemas de salud mental.


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Con excepción de la zona que rodea la escena del crimen, el estado de ánimo entre la población de 40,000 personas se siente relativamente normal. Las calles empedradas de la parte antigua de la ciudad sólo están un poco más concurridas de lo habitual. Los vehículos de los medios de comunicación están aparcados por todas partes, los agentes de policía aseguran la evidencia y le piden con calma a los periodistas que se mantengan fuera de las zonas restringidas, y los curiosos se reúnen cerca de las barricadas. En los cafés situados en la cercana Plaza Martin Luther, los locales se sientan a ver el ajetreo.

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Las calles que rodean la escena del crimen están abiertas al público de nuevo. Los restos de la noche del ataque todavía están presentes en algunas mesas.

"Esta mañana fui de compras. Cuando regresé, mientras trataba de entrar a mi edificio, me paró la policía", cuenta Antonia. Sin embargo, el tráfico pareció reanudarse poco después de eso. Incluso el café donde Antonia y yo nos reunimos durante la tarde estaba lleno.

Las personas que nos rodean beben café y se ríen, a unos pocos metros de la escena del crimen de la noche anterior. El ataque terrorista es el tema principal de la mayoría de las conversaciones que puedo escuchar por casualidad, pero el asunto se trata con una actitud tan relajada que es casi espeluznante.

"Si no supiera lo que pasó ayer, no sería capaz de adivinarlo al ver el comportamiento de las personas a mi alrededor", dice Antonia, mientras bebe un sorbo de café. "En lo personal estoy bien. No tengo pánico. Sólo espero que los acontecimientos de los últimos días no promuevan el odio que algunos alemanes les tienen a los refugiados".