Khadija Baghyay alcanza la meta en la media maratón de Villaverde, Madrid, en 2011. Imagen cedida por la atleta
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La entrevistada recuerda como ella y su colega entraron en los servicios del aeropuerto de Charles de Gaulle. Khadija se quitó la equipación oficial y se puso un jersey de calle para luego salir corriendo en dirección al tren que tenía el centro de París como destino. A su compañera, la esperaban en el aeropuerto, pero ella tuvo que fugarse sola.Una vez en el andén, vio como su entrenador la buscaba entre la multitud, tratando de distinguir su figura en el abarrotado apeadero; pero no lo logró. Khadija entró en el vagón y las puertas, implacables, se cerraron.Al llegar al centro parisino, llamó a unos amigos marroquíes que vivían en las afueras de la capital gala, y esperó a que pasaran a recogerla. La alojaron unos días en su casa, pero pronto se dio cuenta, explica, que París no era una ciudad para atletas: "casi no había carreras, tuve que marcharme".Llamó a su compañera del equipo nacional, que después de la huida se había instalado en Granada, España, y se fue tras sus pasos.Tres días después de su llegada a la ciudad andaluza ganó su primera carrera en una competición celebrada en el pueblo granadino de Huéscar, pero cuando le pidieron que profiriese algunas palabras para celebrar su triunfo con el público, un conocido tuvo que salir en su ayuda. Para entonces, Khadija apenas sabía pronunciar un par de palabras en español.
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