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Los migrantes siguen dirigiéndose a la ‘Jungla’ de Calais a pesar de que sigue el desalojo

Cientos de recién llegados siguen ingresando al campamento de refugiados de Calais, un lugar que se empezó a desalojar hace dos meses pero en el que todavía residen 3.900 personas en tiendas y contenedores habilitados por el gobierno.
Imagen por Pascal Rossignol/Reuters
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Cientos de migrantes más han alcanzado las costas francesas de Calais, al norte del país, a lo largo de los últimos meses. Su llegada coincide con las tareas de desalojo del escabroso campamento, que, a principios de marzo, empezó a llenarse de apisonadoras. Sin embargo, por mucho de que gran parte del mismo ha sido sepultado y aún cuando se ha redoblado el destacamento de las fuerzas de seguridad en el puerto, lo cierto es que nadie ha contenido a los cientos de migrantes que siguen suspirando por alcanzar las costas británicas, que se levantan más allá de Calais.

Las cifras oficiales de la región de Pas de Calais, aseguran que el total de personas que siguen viviendo en tiendas de campaña, chabolas y en los contenedores habilitados por el gobierno — que deberían de haberse quedado como las únicas construcciones habitables — sería de 3.900 personas. A finales de marzo eran 3.500, una cifra que, pese a todo, apuntaba hacia la despoblación. A fin de cuentas, en Calais vivían más de 6.000 personas en condiciones infrahumanas en septiembre del año pasado.

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Según las organizaciones humanitarias de la zona — cuyas cifras llevan tiempo contradiciendo a las de las autoridades — en los campamentos estarían viviendo muchas más personas de las oficialmente declaradas. Las estimaciones de estos grupos situarían las cifras en algún punto entre las 5.000 y las 7.000 personas, de las cuales varios centenares serían menores de edad que no están acompañados de sus padres, tanto adolescentes como más jóvenes.

"La gente no deja de llegar, por mucho que la situación sobre el terreno es cada vez más dramática, especialmente para los niños", asegura Marianne Humbersot, una abogada que ofrece consejo a los migrantes.

Muchos de los refugiados estarían huyendo de zonas de guerra y de extrema pobreza en Oriente Medio, África y otros destinos, con el objetivo de llegar a Gran Bretaña, donde esperan asentarse. Algunos confían en montarse a la parte trasera de tráileres de mercancías que se dirigen a embarcar en los transbordadores del canal de la Mancha, al que tienen que acceder ilegalmente. Los ferrys zarpan a diario de la costa gala rumbo al país de David Cameron.

La mayoría de ellos ni siquiera contempla la opción de quedarse en Francia, donde la aprobación de solicitudes de asilo apenas alcanza un pírrico 25 por ciento. En Gran Bretaña en cambio, el hecho de que sean muchos menos migrantes quienes alcanzan sus costas, provoca que el porcentaje de solicitudes de asilo aceptadas sea del 41 por ciento. Igualmente, mientras la tasa de desempleo francesa se sitúa entorno al 10 por ciento de la población, en Gran Bretaña las cifras son del 5 por ciento. Sucede, igualmente, que muchos de los exiliados tienen a familiares en el Reino Unido.

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Los migrantes no pierden la esperanza, por mucho que en Reino Unido se reforzaran todavía más las colosales medidas de seguridad dirigidas a impedir que no pase ni un solo refugiado, medias implantadas en octubre con nuevos alambrados, más cámaras y un despliegue descomunal de agentes de policía.

Francia se compromete a construir un nuevo campamento para refugiados. Leer más aquí.

En Calais, ha cambiado hasta la forma del campamento.

El gobierno francés habilitó hace unos meses una serie de contenedores navales provistos de 1.500 camas al norte del infame asentamiento, tristemente conocido como "la Jungla". Además, en el sector norte del campamento los migrantes han sido invitados a trasladarse a decenas de tiendas mucho más grandes y provistas de calefacción. El sector sur fue el que se desalojó hace dos meses, tras la irrupción de las apisonadoras.

Mientras la parte sur se iba despoblando, los refugios fueron sepultados por las apisonadoras, mientras los refugiados se aferraban a sus pertenencias. La intención de las autoridades no era otra que lograr rebajar la población del campamento de las 5.000 a las 1.500 personas.

El objetivo era alojar a los 1.500 refugiados restantes en un nuevo campamento del gobierno armado con contenedores navales reconvertidos en espacios comunales — todo un cambio respecto al lodazal que es "la Jungla" — situado en una calle surcada por restaurantes, iglesias y discotecas. Claro que muchos migrantes no quieren desplazarse hasta allí puesto que la idea es que una vez allí, sean integrados en la base de datos de un registro de habitantes basado en las huellas de la mano, que permitirá la entrada y salida del campo. Muchos migrantes temen que una vez sean registrados por el sistema galo serán obligados a pedir asilo político en Francia, un país en el que preferirían no vivir.

Varios refugiados han sido también alentados a que abandonen la zona en bus rumbo a cualquiera de los 136 centros de acogida que hay repartidos por todo el país. Un portavoz de las autoridades de Pas de Calais afirma que desde noviembre del año pasado han sido ya cerca de 4.000 migrantes quienes lo han intentado

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